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Luis José Moreno es un Maestro que se autodefine “aprendiz de los ancianos”, reivindicando así las sagradas culturas amerindias. Profesor de la Universidad del Zulia, egresado como pedagogo de la Universidad Central de Venezuela, con Master en Gerencia y Diplomado en Estética por la Universidad Patricio Lumumba, se jubiló como Jefe de la División de Cultura de la Zona Educativa de Barinas, desde donde impulsó el, entonces naciente, proyecto de Escuelas Bolivarianas y, junto a Aristóbulo Istúriz, diseñó las Escuelas Técnicas de Arte de Venezuela. Es pionero en el cine animado, producido, colectivamente, con las comunidades Wayuu en su lengua originaria. Artista Plástico y antropólogo por pasión.
J.R.: Profesor Luis Moreno, por sus conferencias y discursos cotidianos, desde los años 80´, a usted se le conoció como el “sincolombista y mirandista errante”, tiempo después el Comandante Hugo Chávez reivindicó esos valores del bolivarianismo y quisiéramos algunas reflexiones suyas sobre aquel contexto.
L.M.: En verdad agradezco mucho la oportunidad de volver a hablar sobre unos años y unos temas llenos de pasión, de pasión bolivariana, aunque el buen amigo y Poeta Luis Martínez, justifica muy bien el término “bolivarista”. En verdad no sólo ha sido una constante discursiva de un servidor, sino de muchas y muchos hijos e hijas de nuestro Libertador Simón Bolívar. Lamentablemente para esos años quienes estaban al frente de las “Sociedades Bolivarianas” en su mayoría, como es el caso de Barinas, en verdad no reivindicaban el espíritu de Bolívar, sino que lo presentaban como esas estatuas que describe el Padre Cantor Alí Primera. En esos tiempos dábamos unos debates en contextos distintos; aquellos intelectuales sólo derrochaban sus conceptos de un Bolívar ricachón, mujeriego y aventurero, pero en las profundidades, entre los niños y niñas, las y los maestros, entre el pueblo y los soldados, seguía inquieto y efervescente el verdadero ideario bolivariano, así que fueron décadas de conversas con el pueblo, elevando el legado de un libertador amoroso, hecho pueblo, fiel a un ideario original y originario. Desde entonces decíamos que el abono del pensamiento bolivariano estaba en los pueblos indígenas, mientras otros afirmaban que no; que era Europa. También existía esa especie de nube oscura sobre la figura de Francisco de Miranda, cuando realmente su idea de Colombia, el sincolombismo, es esencial en el proyecto libertador y sigue teniendo vigencia hoy, como nunca.
J.R.: Ciertamente en la Revolución Bolivariana se ha reivindicado el sincolombismo, la importancia de Miranda, incluso de los pueblos originarios y Venezuela contrasta con países como Chile, Estados Unidos, Brasil y Colombia que siguen exterminando las naciones originarias y sus territorios.
L.M.: Por ello reitero: el sincolombismo, la concepción de la república amerindia de Francisco de Miranda, la república de ciudadanos y ciudadanas, con igualdad y plenos derechos, incluso a sus identidades y paisajes, como lo decretó el Libertador Simón Bolívar, sigue vigente y por ello, brutalmente combatidas desde los gobiernos y corporaciones hegemónicas. Ese es el fondo de las complejas operaciones que se desarrollan en los países neoliberales y colonialistas. En Estados Unidos el racismo es política sustancial de ambos partidos, así como el gobierno actual de Brasil ha entregado a las empresas mineras la riqueza patrimonial de la Amazonía, lo mismo ocurre en Colombia, Chile y quedó comprobado durante la breve dictadura en Bolivia. Esa concepción colonialista, genocida y explotadora de las élites hegemónicas se opone, principalmente, a la emancipación bolivariana; al Equilibrio del Universo, que en la actualidad se analiza desde la bio-política, releyendo así la geo-política bolivariana con el punto de equilibrio centroamericano, en el cual se conjuga y se teje el poder emancipatorio de la región latinoamericana, que vuelve a tomar forma con la CELAC.
J.R.: Justo México es la actual sede de la CELAC, pero también el centro de debates y tensiones determinantes para la región; allí se realizan los diálogos de Venezuela y se acaba de re-implementar el plan Quédate en México.
L.M.: El gobierno que preside Andrés Manuel López Obrador tiene toda la claridad y disposición de aportar a ese equilibrio del universo que vislumbró Simón Bolívar desde una región latinoamericana soberana, fuerte, independiente y de prosperidad para sus pueblos. Creo que el desmoronamiento de la OEA irá avanzando conforme se fortalece la CELAC y algo muy importante es que no sólo los gobiernos de la región así lo asumen, que por supuesto es el escenario estratégico, sino que se nutre desde las organizaciones de base y los intelectuales, de modo que es la oportunidad de avanzar significativamente en mayor integración científica y cultural, política y económica, porque el problema de la migración masiva hacia los Estados Unidos es muy complejo y una medida tan pragmática y perversa como el Plan Quédate en México, no hace sino agudizar las razones de la migración; la pobreza, la criminalidad, el genocidio y ecocidio, las desigualdades y la falta de oportunidades para las familias centroamericanas y del Caribe.
Como ha dicho Isabel Allende: “el deportado mira al pasado lamiéndose las heridas, mientras el migrante mira al futuro con optimismo”. Los Estados Unidos tienen serios problemas para revivir su economía, sobre todo porque sus rescates se basan en la impresión de dólares para sus magnates banqueros y las empresas más robustas captan el capital de las transacciones en el mundo entero, pero en la dinámica laboral estadounidense no hay una reactivación de esos trabajos que realizan, en su mayoría, los migrantes que atraviesan la frontera norteamericana. Es un problema de doble faz: la nación hegemónica que despojó a Latinoamérica, no sólo de sus recursos naturales y humanos, sino de sus esperanzas de gobiernos democráticos, populares y de sus proyectos nacionales de desarrollo, ahora le impide a sus desfavorecidos el sumarse a las colosales inversiones que debería estar haciendo la economía norteamericana en infraestructura, piezas e insumos masivos. Lamentablemente es un problema global, con muy pocas excepciones; en Europa está ocurriendo lo mismo con millones de personas que huyen del desastre de las guerras de la OTAN y USA. Ahora son retenidas en campos de concentración fronterizos, así que la humanidad repite día a día la perversidad de las torturas de la CIA, avaladas por la asociación de psicólogos americanos, la tortura contra Julián Assange, avalada por la UE y el confinamiento de millones de familias pobres en las fronteras de México y Estados Unidos. Es una pandemia de neo-nazismo generalizado.
J.R.: Llegando al punto de las migraciones y los temas fronterizos, le propongo conversar sobre ese lugar que tanta inspiración le ha brindado: Socopó, la capital del municipio Antonio José de Sucre en Barinas, un paso obligado entre Venezuela y Colombia.
L.M.: Socopó es el lugar ideal para levantar la Acrópolis de Colombia, de la Colombeia, de la gran nación Mirandina y Bolivariana. Desde que llegué a Barinas me vi tentado a conocer esa ruta de exploración del Grupo Kuayú, conformado por los profesores, estudiantes y aficionados de la escuela de antropología y del Museo Arqueológico de la Universidad de los Andes en Mérida, que por cierto cuenta con una valiosa revista, cuyos ejemplares yo consumía durante mis visitas a la Ciudad de los Caballeros, además de ir al museo, ubicado cerca del Aula Magna de la ULA, donde se podía tener de primera mano información sobre sus exploraciones. Uno de esos recorridos de Kuayú los llevó a Bum Bum, misteriosa montaña ubicada a diez minutos de Socopó, rodeada de petroglifos interesantísimos, testimonio de las culturas originarias de la zona y relacionadas con las enormes calzadas y montículos del piedemonte barinés.
La montaña de Bum Bum, hoy día amenazada por la tala y la ganadería, tiene la particularidad de extraviar a sus exploradores, de desorientar las brújulas e instrumentos y de registrar encuentros con pobladores ancestrales. Eso bastó para que me dispusiera, junto con el pequeño equipo de cultura de la Zona Educativa Barinas, ir a conocer los petroglifos, logrando incluso incorporar niños y niñas, pobladores y docentes en la construcción de un museo sobre sus tesoros arqueológicos. Para ese entonces contamos con el apoyo decidido y gentil del alcalde Salvador Guerrero, muy interesado y apasionado por la cultura de su pueblo. Inmediatamente nos involucramos con otra dinámica vital de Socopó y a la cual el profesor Salvador Guerrero le presta mucha atención: el tránsito colombo venezolano, la fusión de gentilicios y culturas y la convivencia fraterna y pujante de colombianas y colombianos en tierra venezolana, como en su propia tierra.
Desde ese momento Socopó ha sido la referencia más importante de mis estudios sobre la cultura, el acervo y las nuevas formas de relacionamiento humano en un lugar de encuentro colombo-venezolano. Uno de los principales aspectos es el geográfico; el municipio Sucre es una síntesis de los valles tanto de Colombia, como de Venezuela; la relación de sus habitantes con los ríos, las sabanas, los montes, la ganadería, brindan a propios y extraños enormes oportunidades, principalmente, de buena alimentación y asentamiento.
Otro aspecto a destacar es el liderazgo político que ejerce el alcalde Salvador Guerrero, como fiel militante de la causa chavista; como alcalde bolivariano, Guerrero ha asumido plenamente el legado de hermandad del Comandante Chávez. Por Socopó, no sólo han pasado, sino que se han quedado, con la ayuda de su alcalde, numerosos caminantes y cultores que venían de Colombia a promover la paz y la hermandad. Las familias colombianas que llegaban a Socopó se contaban por decenas, diariamente, gracias a la sincera hospitalidad de sus gobernantes que los recibían con abrigo, atención médica integral, acceso a oftalmología, pediatría y ginecología totalmente gratuito, así como la inclusión de las niñas y niños en los programas de identificación y escolarización.
Todo ello ha dado como resultado un nuevo tejido cultural, manifiesto en las expresiones artísticas, la variante en el dialecto, la artesanía, gastronomía, intercambios comerciales y organizacionales, la solidaridad y la identidad diversa y fraterna, pero sobre todo la convivencia en paz por parte de hombres, mujeres, niñas y niños que huyeron de la violencia y el exterminio en Colombia y han encontrado en Socopó un verdadero oasis de hermandad.
Todo este escenario fronterizo, cultural, antropológico, económico, político nos invita a acercarnos más a Socopó con el fin de conocer su experiencia y reivindicar el valor positivo que tiene la construcción de una cultura binacional con el concurso de todas y todos, porque aquí no se trata sólo del liderazgo de Salvador Guerrero y el Gobierno Bolivariano y Chavista que preside Nicolás Maduro, de la Unión Cívico Militar para seguir abonando la paz de toda la región, sino que, en el caso de Socopó, está el concurso participativo y protagónico de las y los migrantes, con toda su alegría, manifiesta, ya lo he dicho y lo resalto, en sus expresiones artísticas y culturales, demostrando que en los pasos y las luchas de aquellos que van y vienen, que migran, que se reinventan y replantan en otras tierras, prevalecen y retoñan sus identidades, sus cantos, sus tejidos, tanto como sus ilusiones.
J.R: Ya que tocamos el tema de la Paz, de la paz que disfrutan las y los colombo venezolanos en Socopó, qué opinión le merece el avance de los Acuerdos de la Habana?
L.M.: Reitero la idea y la denuncia: Las cortes internacionales, la APA norteamericana, avalaron sin ninguna vergüenza las torturas en Guantánamo. La Unión Europea avala todo lo que se está cometiendo contra Julián Assange, el mundo entero observa el bloqueo criminal contra Palestina, Cuba y Venezuela. Qué se puede esperar del incumplimiento de los Acuerdos de La Habana por parte del gobierno de Colombia. Eso no debe impedirnos seguir luchando, estudiando y elevando las voces de denuncia. El pueblo colombiano sabrá hacer justicia con sus movilizaciones y votos. El uribismo y Duque no podrán asesinar a todas y todos los colombianos, porque a todas y todos les duele, les indignan las masacres cometidas contra los ex miembros de las FARC-EP, contra luchadoras y luchadores sociales y contra los jóvenes que se han enfrentado a los escuadrones de la muerte en Bogotá y otras ciudades.
Cuando las FARC-EP firmaron y cumplieron los Acuerdos de La Habana, armas en mano, controlaban la mitad del territorio colombiano, mientras el gobierno de Nariño controlaba los palacios y los tesoros. Ni las bases militares estadounidenses tenían tanta influencia territorial como las FARC-EP, fundamentalmente porque su fuerza revolucionaria radica, no en las armas, sino en la moral y la lucha junto al pueblo colombiano, sólo que las armas demarcaban el territorio. Ahora el uribismo y el gobierno de Duque quisieran disminuir esa moral con balas.
Los Acuerdos de la Habana han sido mancillados, burlados, incumplidos por el gobierno colombiano, pero como en los casos de Guantánamo, de Assange, de Bolivia, de Chile, los pueblos, las organizaciones, la juventud, los artistas, debemos seguir luchando por una paz que reivindique a quienes siempre han sido excluidos y perseguidos, no una paz a conveniencia de los corruptos y genocidas. Ahora está a la vista de todos el grotesco y sangriento negocio que implica el Plan Colombia y la estafa de esa alianza entre Duque y el usurpador Juan Guaidó con los intentos de magnicidio y la empresa Monómeros.
Los grandes acuerdos, los verdaderos acuerdos deben ser con los pueblos. Esto lo saben y lo aplican, incluso, los oligarcas y las élites: para estos sectores resulta estratégico que los pueblos y las organizaciones se difuminen y dividan. El caso de Brasil es muy especializado, allí se han usado micro sectores vandálicos, religiosos, mineros, deportivos, comunicacionales, para tratar de disgregar y segmentar la lucha de las y los trabajadores. Este plan sigue en marcha, tanto como avanza la tala y la privatización de un patrimonio de la humanidad, como es la Amazonía. Cómo lograr esto entonces, porque somos muy generosos a la hora de ofrecer ideas, pero nos cuesta mucho decir cómo lo vamos a hacer, sobre todo porque en este nivel, los Acuerdos de la Habana están siendo incumplidos por un ente que tiene todos los recursos y el poder, tiene una alianza colosal con bases militares. Estoy seguro que el pueblo, unido, educado y organizado, tendrá la respuesta acertada para desinstalar el uribismo de las instituciones políticas de Colombia, no de la vida política, porque Alemania es una referencia: el nazismo ha permanecido en la vida europea y en estos momentos vuelve a las instituciones políticas con fueros y capacidades, pero el avance de otras visiones, organizadas y empoderadas, garantiza que el nazismo no vuelva a imponerse como hegemonía, ahora el problema inmediato a resolver es cultural y educativo: la precariedad de las sociedades, como la de Colombia y las naciones de la región, retrasan los niveles de organización y capacidades de los excluidos. Este es un ámbito en el cual las y los campesinos, las y los revolucionarios, humanistas, ecologistas, incluso cristianos comprometidos con la justicia social, deben tener como lucha fundamental: la educación, la alta conciencia de todas y todos para poder asumir y enfrentar los escenarios que, en paz o en guerra, valorando esa frase de Martí de que ”toda sociedad, sea en paz o en guerra, es un combate”: tener la asertividad, la movilización, la respuesta, la fuerza moral de cambiar las cosas en el momento que corresponda y que no está lejos, en verdad no está lejos y esto lo saben los sectores de derecha porque la paz demanda, sobre todo, justicia para con esos desposeídos, desplazados, desheredados que tanto defendió las FARC-EP en guerra, una guerra que aún no encuentra la justicia negada por los mismos que ocupan el poder.
J.R.: Quiero agradecerle su tiempo para los lectores de Apuntes y Trochas y reconocer el enorme aporte que hace con su pasión y su docencia al conocimiento sobre nuestra cultura, especialmente a la vigencia del gran sueño bolivariano de la Gran Nación Colombiana.
L.M.: Gracias a ustedes y mucho éxito en este esfuerzo por reflexionar en torno a la frontera, que es desde el punto de vista cultural, una dimensión muy especial. Definitivamente Socopó es una ciudad, un centro de vida fronterizo que merece todo el interés, profundizar en su dinámica, sus resultados artísticos y culturales, su relacionamiento con las fuerzas vivas y con todo lo que significa la hermandad de los pueblos hijos de Bolívar.
Como cineasta me gustaría motivarlos a hacer un ciclo de cine fronterizo y pensar en un festival de cine fronterizo, porque no hay forma más sublime de vernos sino por medio del arte cinematográfico que ahora está al alcance de todos. Mira qué difícil nos resultó hacer un corto sobre la cultura Wayuu en los años 90 y eso que lo hicimos en animación y a este servidor le correspondió realizar las ilustraciones que luego fueron llevadas a una edición que costaba mucho trabajo y a duras penas logramos ponerla en la cinta VHS. Hoy día podemos hacer cine colaborativo, aficionado, en línea, con software adaptado a diversas inclinaciones. Yo creo que una buena historia o varias buenas historias sobre la frontera, serían la primera fase; un concurso de guiones y para comenzar el año 2022, retomar el festival de cine fronterizo colombo venezolano, luego ir por el brasileño venezolano y así ir viéndonos. Que fascinante es vernos y oírnos en las pantallas y ahora compartirlo en línea con las ventajas del internet. Es una modesta invitación para el equipo de Apuntes y Trochas.