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Nueva normalidad capitalisa vs. nueva alternativa
El mundo intenta salir de uno de sus peores cataclismos; las muertes por COVID-19 no se detienen y todo el sistema económico tambalea. Desde hace semanas se inició una campaña por inocular en la mente de millones la idea de que la recuperación pasa por una “nueva normalidad”, enmarcada en un proceso de flexibilización paulatina que ya presenta reveses: en la medida en que se levantan restricciones, aumentan los casos de contagios.
La “nueva normalidad”, así sea esta definición un contrasentido en sí mismo, intenta convencernos de volver a lo mismo pero de una manera nueva o distinta. La normalidad a la que nos invitan a retornar es la que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), dejó en el 2016 más de 15 millones de muertos por causa de problemas relacionados con cardiopatía y accidentes cerebrovasculares, en los últimos 15 años estas enfermedades se convirtieron en la principal causa de mortalidad en el mundo. Le siguen las enfermedades relacionadas con el sistema y las vías respiratorias, la diabetes, las atribuibles a la salud mental y las enfermedades diarreicas. Son millones de seres humanos, niños, ancianos y personas del común que mueren año a año, sea por problemas médicos, por hambre y desnutrición; un gran porcentaje por guerras injustas de invasión y saqueo. ¿Es a esto a lo que nos invitan? Mantenernos en esa “normalidad” es observar impávidos cómo mueren los nuestros, los de nuestra especie, cómo contaminamos el planeta y destruimos la vida.
Lo nuevo de la "nueva normalidad" serían las limitaciones a la movilidad, al derecho de reunión, a las acciones de protesta y de masas, a la recreación, al trabajo digno. Lo nuevo es más sobre-trabajo y sobre-explotación más eficiente. Lo nuevo es imponer un nuevo patrón de consumo más "inteligente" digital y electrónico, un consumo urgente para auxiliar y salvar al capital de esta crisis.
Se trata entonces de superar lo viejo. Esa "normalidad" que acaba poco a poco con nuestro planeta y nos mata, debe acabar. Lo que quieren defender es una nueva normalidad capitalista con su misma filosofía de exclusión y saqueo, la que hará que estalle pandemia tras pandemia, hoy COVID-19, mañana influenza, ébola, gripe aviar, VIH/sida; después muertes por contaminación del aire y del agua... las producidas por enfermedades estomacales y de la piel continuarán y les seguirá la pandemia del hambre global y de la ignorancia. Hoy todos, excepto la derecha extrema y los defensores a ultranza del capitalismo, reclaman algo distinto... todos en especial los que viven en la miseria, los que pierden un familiar por no tener un servicio de salud de calidad, público y gratuito, aquellos que no tienen agua gratis para mínimo lavarse las manos y evitar contagiarse.
A esta “nueva normalidad” debemos oponerle una “nueva alternativa”, es evidente que no podemos vivir como vivíamos.
Potencialidades y dificultades en la producción agropecuaria y el comercio de Venezuela, Brasil y Colombia
América Latina y el Caribe tienen mucho que decir; nuestro territorio además de resistir abastece de alimentos y energía a una gran parte de la población mundial. El impacto de esta crisis y pandemia en nuestro continente, en Nuestra América, está en plena evolución. Además de la crisis sanitaria nos enfrentamos a efectos en el ámbito alimentario-productivo, con sus consecuentes efectos sociales, laborales y humanitarios.
Analizaremos los efectos de la pandemia y dichas situaciones críticas en el ámbito agroproductivo en tres países amazónicos que se dan la mano en el trifinio muy cerca de la isla San José en las aguas del Río Negro: la Venezuela bolivariana, Colombia y Brasil.
Es conocido que nuestra región atraviesa desde hace una década por una reducción alarmante de la actividad económica lo que, sumándole los efectos de la pandemia, predice una de las mayores crisis económicas sufridas en la región. Conjuntamente CEPAL, ONU y FAO presentaron un informe titulado: Cómo evitar que la crisis del COVID-19 se transforme en una crisis alimentaria (junio 2020)1. Este informe considera altamente probable que América Latina y el Caribe atraviesen por una crisis alimentaria, acompañada de un aumento de la pobreza extrema y del precio de los alimentos.
Venezuela
Según la CEPAL, en su Perfil Nacional Económico, las exportaciones de Venezuela en el 2013 estaban constituidas en un 85,1% en petróleos crudos, y los dos mayores rangos de importación estaban de la siguiente manera: 26,1% en bienes de consumo y el 52,3% en bienes intermedios. Producto de las sanciones y los cambios en los ingresos petroleros el portal datosmacro.com estima que las importaciones venezolanas pasaron de 36.723 millones de euros en el 2013 a 9.906 millones de euros en el 2018, y las exportaciones en el 2013 de 66.827 millones de euros a 29.164 millones de euros en el 2018.
No cesan los anuncios de sanciones contra Venezuela y la profundización del ilegal e inhumano bloqueo económico. Lo anterior indica que las dificultades en el ámbito económico se mantendrán en el corto plazo a pesar de los titánicos esfuerzos del Gobierno venezolano en función de proteger los derechos de la población y la soberanía.
Tomando en consideración las opiniones de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (FEDEAGRO) y cruzadas éstas con datos adicionales obtenidos con expertos y productores no asociados se advierte de grandes dificultades para iniciar el ciclo de siembra de invierno (para cosechar en el tercer y cuarto trimestre de 2020). A pesar de que la solución al problema del combustible parece estar llegando hoy, no fue posible equilibrar los efectos de la escasez de gasolina y diesel que se presentó en los meses de abril, mayo y principios de junio, por lo que algunos procesos como mantenimiento, asistencia y preparación de tierras no se completaron en su totalidad. Sumado a lo anterior se presentan dificultades en la adquisición de semillas y agroinsumos, y se prevee que dichas dificultades van a persistir en la medida en que tanto por la pandemia, como por las sanciones, se vean limitadas la importación y producción.
Las principales importaciones a Venezuela desde Colombia y Brasil han sido: combustibles y aceites minerales, plásticos, aparatos y material eléctrico, papel, cartón, productos farmacéuticos, azucares y un sinfín de alimentos. En los últimos años las importaciones de carne de ave, carne vacuna y cerdo de estos países tuvieron un volumen importante. El valor de las importaciones desde estos dos países alcanzó, en el mejor periodo, sumas que superan los 10 mil millones de dólares. Los productos de origen venezolano que se exportan a Brasil y Colombia son: energía, hierro, aluminio y acero, plásticos, fertilizantes, productos agroquímicos, productos industriales y productos derivados de la industria petrolera.
Colombia
En el caso colombiano (CEPAL, Perfil Nacional Económico) las principales exportaciones para el 2018 estaban relacionadas en un 34% con petróleos crudos, carbón 16,3%, café 5,8%, flores 3,6% y las importaciones estaban en los rangos del 19% para bienes de consumo y 53,3% para los bienes intermedios.
Desde el inicio de la pandemia la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), consideró vital el mantenimiento del abastecimiento, el funcionamiento de toda la cadena logística y distribución, así como la adición de valor agregado como medidas para reducir el impacto económico de esta crisis en el sector agrícola.
Con la crisis los hogares colombianos intentan proteger cada moneda que reciben y centran su consumo en productos de bajo precio como arroz y huevos. La crisis obligó el cierre de hoteles, restaurantes, asaderos de pollo, además de reducir al mínimo todo el sector de la economía informal. Entre otros efectos se redujo la demanda de productos como carne de res, de cerdo, pollo y pescado. Igual sucedió con los productos perecederos. En Colombia no se está consumiendo, no hay quién compre. La cadena de congelamiento está a tope y existe un temor de los transportadores de contagiarse y son reticentes a viajar a los centros de acopio de las principales ciudades que además se han convertido en focos del virus.
El 19 de junio se aplicó el primer “día sin IVA (impuesto al valor agregado)” del año. Esta es una estrategia que el Gobierno de Iván Duque aplica con el argumento de “reactivar la economía del país”, la cual de acuerdo con el último informe presentado por el Departamento Nacional de Estadísticas habría decrecido un 20,6% en el mes de abril. Este día paradójicamente y a pesar de la emergencia sanitaria se presentaron largas colas y aglomeraciones en centros comerciales, donde la gente aspiraba a comprar productos como electrodomésticos, juguetes, elementos deportivos, útiles escolares, vestuario, incluso automóviles, con la rebaja descrita.
Ello se comprende como una estrategia para crear demanda, así sea a partir de un consumismo si se quiere “inoculado”, activando el comercio, el sector bancario e incentivando el endeudamiento; todo ello con el fin de salvar al capital. En contraste, estas medidas no van acompañadas de una protección del trabajo. No se protege los puestos de trabajo ni se abarata los productos de primera necesidad.
Tampoco se crea mecanismos para ayudar a los productores campesinos. Éstos anuncian serias dificultades para cubrir costos de recolección prefiriendo en algunos casos dejar perder la cosecha y advierten dificultades en el inicio de los planes de siembra y cosecha del segundo semestre de 2020. El tipo de cambio y las dificultades de importación afectan los procesos y los precios de los agroquímicos necesarios para la siembra de papa y arroz; también impacta los pecios de materias primas vitales como soya y maíz, determinantes en la producción de proteína animal, por lo que se prevee un alza en los productos que dependan de los agroinsumos y materias primas importadas.
De esta manera mientras una gran parte de la producción agrícola se pierde, amplios sectores de la población colombiana ha denunciado que padecen de hambre por no tener qué comer, lo que se ha traducido en la simbología de un trapo rojo colgado en ventanas de casas y apartamentos de muchas ciudades.
Brasil
Las principales exportaciones de Brasil en 2018 fueron: soya 14%, petróleos crudos 10%, mineral de hierro 8,5%, productos agroindustriales: 13,3% (azúcar 2,3%, carne de ganado 2,3%, aves de corral 2,5%, tortas y harinas de semilla 2,8%, pulpa de madera 3,4%). Las importaciones fueron en bienes de consumo 11,5%, y bienes intermedios 64,4% (CEPAL, Perfil Nacional Económico).
La Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA) en su análisis de la economía del sector agropecuario en medio de la pandemia advierte que la percepción mayoritaria de los productores es que la crisis de la COVID-19 afectará gravemente este sector, y que su reactivación sólo comenzará en el mejor de los casos en el primer trimestre de 2021.
Además Brasil atraviesa por serias dificultades sanitarias, políticas y económicas. Es el segundo país más afectado por la pandemia después de Estados Unidos. Se estima que la crisis económica actual golpea a más del 53% de la población, siendo ésta víctima de reducción de salarios y despidos masivos.
Sin embargo se estima que para el 2020 se recogerá una cosecha récord de 247 millones de toneladas, 2,3% más que en 2019. Brasil es uno de los principales exportadores de nuestra región. Las exportaciones derivadas de los agro-negocios significan casi el 50% de la fuerza exportadora del país. China absorbe el 63% de la producción de soya y junto con EE.UU. consumen un porcentaje de la cría de cerdos de Brasil. Los tipos de cambio también ejercen una presión importante en las importaciones, el real se ha devaluado un 20% con respecto al dólar.
Perspectivas y Nueva Alternativa en lo productivo
Los datos analizados permiten hacernos una idea aproximada de las dificultades en el ámbito de la producción agropecuaria en los tres casos abordados. La pandemia irrumpió de manera activa ya casi cerrando los tiempos de siembra del primer trimestre de 2020 lo que permitió a estas naciones gozar de reservas de alimentos que se consumen en la actualidad. En los tres casos el desplome de los precios del petróleo afecta negativamente el valor de las monedas locales, impactando el precio de las importaciones. Para el caso de Colombia y Venezuela que importan grandes cantidades de agroinsumos y materias primas esto repercute en los precios de algunos cereales y en la producción de proteína animal. En el territorio fronterizo la dependencia de la gasolina venezolana es casi del 90%; algunos territorios brasileños de la frontera dependen exclusivamente de la energía eléctrica proporcionada por Estado bolivariano.
La inestabilidad política y económica, inducida o no, determina de manera directa las políticas públicas específicas para la reducción de los impactos en el sector agropecuario de los países objeto de este estudio. Veremos cómo desde los gobiernos se prioriza políticas que protegen a la población más vulnerable, o un modelo que instrumentaliza la emergencia en función de seguir profundizando el neoliberalismo y el despojo.
La reactivacion de la demanda o el consumo de las familias y empresas se convierte en factor determinante de los planes de siembra y de los productos que se priorizan en ellos. El impacto sobre la agricultura familiar y el rol de la mujer campesina debe observarse y estudiarse con mayor precisión. El pánico al contagio, las medidas de precaución y las limitaciones a la movilidad dificultan el funcionamiento de la cadena de recolección y distribución de los productos agropecuarios y alimentos en general. Una nueva alternativa debe plantear un nuevo modelo productivo y de consumo.
Venezuela presenta las mayores dificultades en el ámbito agroproductivo. Las amenazas imperialistas y de la derecha internacional son permanentes y se acompañan de acciones políticas, mediáticas y jurídicas, que aunque muchas de ellas son ilegales, atemorizan a la mayoría de proveedores de otros países. Sin declararlo, el escenario es el de una economía de guerra y en consecuencia las fuerzas más representativas, que van desde los empresarios nacionalistas hasta la vanguardia de los partidos que lideran el proceso de cambio revolucionario en Venezuela y el continente, deben actuar.
Para la nación bolivariana hoy una de las alternativas más reales es continuar y profundizar el abastecimiento de parte de su mercado interno adquiriendo productos y mercancías tanto industriales como de primera necesidad desde la frontera con Brasil y Colombia. Así como existen múltiples redes de solidaridad y apoyo político, debemos construir una red de apoyo productivo que les permita a las poblaciones y gobiernos de los países bloqueados y amenazados, como Venezuela, garantizar mínimos vitales en seguridad alimentaria.
Es necesario que el movimiento alternativo y de izquierda del continente continué profundizando y ampliando su solidaridad material y política con el pueblo venezolano. Además se debe adoptar un plan productivo que impulse metas modestas en la ruta del autoabastecimiento, liderando la organización de grandes sectores de la agricultura familiar, pequeños y medianos productores, y pequeños empresarios patriotas.
En las relaciones comerciales entre estos países se benefician, en su gran mayoría, empresarios neo-liberales, terratenientes, grupos paramilitares y los partidos de derecha que eligen y hacen reelegir a nuestros enemigos políticos. Terminamos fortaleciendo nuestro enemigo.
Debemos entonces construir la Nueva Alternativa, desde lo político-organizativo, lo ideológico, entre otras categorías, pero como ya lo vimos, también desde lo agroproductivo. Necesitamos organizaciones económicas y productivas de nuevo tipo, agroecológicas, de economía social, que impulsen el consumo responsable, la protección de semillas y especies nativas. Necesitamos no temerle a la agroindustria con altos estándares de responsabilidad social y ambiental.
Queda claro que el modelo económico dominante no está funcionando. En palabras de David Harvey (marzo de 2020): "El modelo existente de acumulación de capital ya estaba, me parecía a mí, en dificultades. Se estaban sucediendo movimientos de protesta en casi todas partes (de Santiago a Beirut), muchos de los cuales se centraban en el hecho de que el modelo económico dominante no estaba (ni está) funcionando bien para la mayoría de la población”2. El modelo fracasó… vamos por una Nueva Alternativa humanista, de izquierda, internacionalista; también en lo productivo.
1) Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45702-como-evitar-que-la-crisis-covid-19-se-transforme-crisis-alimentaria-acciones
2) Disponible en: https://www.sinpermiso.info/textos/politica-anticapitalista-en-tiempos-de-covid-19