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Título
LOS HORIZONTES DEL ESTUDIO FRONTERIZO
Fecha
2022-02-20
Revista No.
3
Autor
Enrique El Acosta Menndez
Sección
Prolegmenos
Linea de investigación
Geografa poltica
Resumen
El debate sobre el concepto de frontera en las últimas décadas sin duda se ha convertido en uno de los que más ha generado reflexiones, toda vez que transversaliza las distintas disciplinas de las ciencias sociales desde diversos enfoques.



Contenido
Este debate no puede soslayar el entendimiento de las fronteras como un espacio cuya materialidad y límites va mudando con el transcurrir del tiempo al vaivén de las tensiones de los poderes globales y regionales, es decir, como un problema de geopolítica. Solo basta pensar en la transformación de las fronteras del mapa de Europa y Eurasia después de la segunda guerra mundial y posterior a la caída del llamado bloque socialista. Implicaciones de estas transformaciones y decisiones de los bloques de poder se ponen de manifiesto hoy en la actual guerra entre la Federación Rusa y Ucrania, o debemos decir, entre Rusia y la OTAN, o en los justos reclamos de Bolivia por una salida al mar, o la disputa por la territorialidad de las islas de San Andrés y Providencia, o el justo reclamo de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.

Esto nos convoca también a pensarnos la frontera fundamentalmente en términos de flujos migratorios, crisis de refugiados, desplazamientos forzados por la guerra, migraciones de tipo económico, corredores de insurgencias armadas, entre otros. Todos estos fenómenos vinculados intrínsecamente a las formas en que se mueve el capital sobre el territorio, y las formas violentas de alistamiento del territorio para la acumulación de capital. En este sentido las crisis migratorias a nivel global son una de las más grandes expresiones de la crisis del capital.

Las fronteras se redefinen así como una geografía de la migración. Solo por tomar un caso, el de la frontera colombo-venezolana, gran parte de esa movilidad humana se dio en el contexto de un desplazamiento armado contrainsurgente y económico, ocasionado por el conflicto social y armado de más de medio siglo, que tuvo sus picos migratorios más altos en los años 70 y que se siguió profundizando sincrónicamente en las siguientes décadas al mismo ritmo que se daba la guerra contra el pueblo colombiano. En tanto se profundizaba la guerra contrainsurgente en el centro colombiano, principalmente la cordillera oriental, como centro del despliegue de la fuerza insurgente de las FARC-EP, la lógica que se impuso fue la del repliegue de poblaciones e insurgencia hacia las fronteras, en unos casos para resguardar la vida, en otros casos como desplazamiento económico, en otros casos como corredores de movilidad y retaguardia estratégica.

Hoy en estas fronteras la historia se repite como en un eterno retorno de lo mismo; el horror y las traiciones de la guerra del pasado resurgen en el presente y nos recuerdan cómo el general dictador Rojas Pinilla en 1953, después de convocar a una desmovilización de la insurgencia con promesas incumplidas, convirtió a los exguerrilleros liberales en fuerza contrainsurgente para combatir a los guerrilleros comunistas.

Hoy los poderes globales que fijan sus intereses sobre el territorio fronterizo entre Colombia y Venezuela sitúan nuevamente a un grupo de excombatientes, ahora instrumentalizados para combatir junto con mercenarios y ejércitos oficiales a los demás grupos insurgentes, con el fin de generar más caos y profundizar mucho más la conflictividad que de por sí arrastra la frontera como territorio estratégico para el capital transnacional y los dos Estados.

En nada aportan las caracterizaciones desde el derecho penal del enemigo, y los tecnicismos como TANCOL o GAO1 de los que echan mano los dos Estados y que apelan a la manipulación del lenguaje para satanizar a los sujetos políticos en el territorio. Con esta terminología se pretende despojar a la insurgencia de su esencia política que es la de la lucha contra el poder, y se profundiza más el caos, la confusión y la dispersión de las resistencias.

Ahora bien, la frontera también ha sido abordada desde la idea de un territorio específico, donde los actores principales son los Estados, y que a su vez serían los encargados legítimamente de crear redes internacionales que interrelacionan fundamentalmente actores económicos y políticos, nacionales, regionales y/o globales. Algunas propuestas desde esta perspectiva de acuerdos entre estados quisieron avanzar de muy buena fe hacia procesos de integración regional como fue el caso de UNASUR y MERCOSUR, que tuvo como fundamento la idea de Patria Grande y de un mundo sin fronteras más amable para la migración y que permitiera paz y estabilidad política en la región.

Sin embargo, este enfoque estatal (y en esto pudiera consistir la razón de sus fracasos) la mayoría de veces deja de lado el sujeto fundamental, a saber, la frontera desde los habitantes mismos, desde los sujetos que la viven y la transitan, desde sus pueblos y su cotidianidad, donde se entremezclan las relaciones con el entorno natural y con otros pueblos en toda su complejidad y que son el fundamento y la razón de una vida social, económica y política que no prioriza las mercancías sobre las personas.

En efecto, estas relaciones no están libres del conflicto, de la lucha por el territorio para poner freno al avance de la frontera agroindustrial y de la frontera minero-energética, pero tampoco están privadas de la solidaridad mutua, así como de la creación y recreación de las propias culturas materiales y espirituales sean ancestrales y/o híbridas. En este ejercicio las comunidades fronterizas encontramos formas comunes de producir y reproducir nuestra vida, que son en últimas los elementos que dan fuerza a la resistencia contra el ejercicio de las violencias estatales, corporativas (maquiladoras) y mafiosas.

Una de las principales características del territorio fronterizo es la disputa por el control del espacio. La dominación y expansión son un elemento común y constante que se manifiesta en diversos tipos de conflictos que finalmente afectan tanto a nuestras comunidades fronterizas como a los grupos en situación de movilidad, migrantes, desplazados, etcétera. En el caso de los migrantes, la estructura productiva del sistema capitalista requiere de trabajadores que puedan ofertar su fuerza de trabajo al menor costo posible, por lo que sobreexplota a las migrantes y los migrantes de países más empobrecidos; estos hombres, mujeres, niñas y niños son grupos de mucho riesgo, que en su mayoría cruzan las fronteras de forma ilegal hacia los grandes centros de acumulación, es decir el fenómeno de la movilidad da una característica económica a la zona de frontera y convierte al espacio en transitorio permeándolo de una mixtura de diversas culturas.

Además de apoderarse del territorio, de la mano de obra y en general de la vida de los habitantes y de los que migran a través de las fronteras, se impone también idearios, epistemologías, ideologías, que a veces solapadamente y otras veces abiertamente, expresan la supremacía blanca y patriarcal. Basta ver las prácticas de grupos supremacistas blancos como los Patriotas Constitucionales Unidos provenientes principalmente de los estados de Arizona y Texas, que en la frontera entre EE.UU. y México se dedican a “cazar inmigrantes”. Estas prácticas se profundizaron partir de la política de odio a los migrantes auspiciada durante la administración de Donald Trump.

O el papel de los grupos neonazis como: Patriotas de Ucrania, Svoboda, el Batallón Azov, o la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), que con apoyo del Estado ucraniano implementaron políticas de limpieza y persecución étnicas, convirtiéndose en uno de los detonantes de la guerra que fue escalando desde la frontera rusa y que ahora amenaza con un conflicto de carácter global. Vemos así cómo los procesos violentos de expropiación son acompañados de proyectos ideológicos supremacistas, que propugnan por la absorción de cosmogonías propias y ancestrales, de las propias semiologías. Nos referimos al despojo de las ideas y la memoria, sea para convertirlas en una mercancía más, o para destruirlas y con ello acabar con la memoria de los pueblos, que sin embargo se mantienen en resistencia, muchas a través precisamente de la hibridación y/o el mestizaje que se da en los territorios fronterizos y transfronterizos.

En estos procesos violentos o solapados de apropiación, no solo de territorios, sino también de fuerza de trabajo y de culturas, las empresas aprovechan la para-legalidad que se crea, por ejemplo a través del eufemismo de Zonas Especiales de Desarrollo Económico Fronterizo, figuras para la sobreexplotación de la mano obrera por fuera de las legislaciones de los Estados.

De ahí que comprender el espacio geográfico fronterizo se torna en un ejercicio complejo y militante. Como hemos visto, la frontera no son los bordes que la delimitan, el territorio es un espacio con significado, donde las relaciones sociales traspasan los bordes, redimensionado y resignificando la frontera, por lo que se hace necesario reinventar constantemente una epistemología que abra nuevos horizontes de análisis de lo fronterizo respecto de las definiciones clásicas y positivistas en las ciencias sociales y que se convierta en herramienta de lucha de las poblaciones y los movimientos sociales de migrantes y de comunidades fronterizas.

1) Terroristas Armados, Narcotraficantes de Colombia (TANCOL), denominación dada por Nicolas Maduro presidente de Venezuela a los grupos armados de carácter ilegal de origen colombiano a partir del septiembre del 2021. Grupo Armado Organizado (GAO), denominación dentro de la terminología del establecimiento militar colombiano para referirse a los grupos armados ilegales sin discriminar su naturaleza insurgente o contrainsurgente.


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