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Título
VIEJA CRISIS CAPITALISTA Y NUEVA CRISIS PANDÉMICA: SU IMPACTO SOBRE LAS MUJERES
Fecha
2020-06-30
Revista No.
1
Autor
Julieta Daza Arregocés
Sección
Mujer y frontera
Linea de investigación
Desigualdades de género, violencia contra la mujer y políticas públicas en contextos de migración y frontera
Resumen
La pandemia a escala global por el nuevo coronavirus ha agudizado algunas situaciones dentro de un sistema capitalista que de por sí pasa por una fuerte crisis sistémica. Alrededor del mundo los Estados burgueses y el capital transnacional han cargado sobre la clase trabajadora y las mujeres las consecuencias socioeconómicas no sólo de la crisis de la pandemia, sino sobre todo las de la crisis capitalista.

De esta manera se ha intensificado la explotación de las mujeres como reproductoras de la fuerza de trabajo para el capitalismo, y se ha despedido a mujeres asalariadas y limitado en su actividad laboral a trabajadoras informales. A su vez la medida de cuarentena ha disparado y visibilizado las violencias físicas, sexuales, psicológicas, económicas, y de otro tipo, que sufren mujeres, niñas y niños en el hogar. Las medidas estatales frente a las denuncias de violencia de género y para garantizar a las mujeres una atención de su salud, incluyendo su salud sexual y (no)reproductiva, han resultado insuficientes. Sin embargo, dirigiendo la mirada a las realida des de las mujeres en Venezuela y en Colombia, se evidencian importantes diferencias. Mientras que en Colombia se intensifica el despojo neoliberal y la represión estatal, reinando el lucro por encima del bienestar de la población también con miras a la pandemia de la COVID-19, en Venezuela el Estado ha intentado implementar medidas sanitarias y socioeconómicas a favor del pueblo, lo que frente a la detención de la propagación del nuevo coronavirus ha evidenciado resultados positivos.

Paralelamente las pretensiones imperialistas sobre la región latinoamericana no cesan ni durante la pandemia, continuando las agresiones contra Venezuela y la guerra contrainsurgente y misógina en Colombia. En todo caso queda claro que también en el mundo pospandemia tendrán que continuar y profundizarse las luchas por los derechos de las mujeres.
Palabras clave: Género, pandemia de COVID-19, crisis capitalista, explotación, frontera colombovenezolana


Contenido


A modo de introducción: acumulación capitalista, crisis, explotación de las mujeres y pandemia

La pandemia a escala global de la COVID-19 surge en un contexto de crisis múltiple del sistema capitalista, exacerbando algunas aristas de dicha crisis, como por ejemplo la económica y finanaciera, la migratoria, o las relacionadas con la alimentación y la salud. De esta manera la aparición de la pandemia ha agudizado el malestar social y las desigualdades vividos ya de antemano por amplios sectores de los pueblos del mundo, especialmente la clase trabajadora en su conjunto, y las mujeres. Es a estos sectores que los Estados burgueses y el gran capital transnacional lastran con las consecuencias no sólo de la crisis de la pandemia, sino sobre todo con las de la crisis sistémica, intentando salvarse a costa de la explotación y el despojo: el rescate del capital sobre el cadáver del pueblo.
Se podría hablar entonces de una relación dialéctica entre la crisis del sistema capitalista y la presente pandemia. Por un lado el brote de la pandemia exacerba algunos aspectos de una crisis capitalista de más larga data. Pero por otro, acorde al análisis por ejemplo de Iñaki Gil de San Vicente, titulado „El Covid-19 y la cuestión del poder“, o el de Claudio Katz, en „La pandemia que estremece al capitalismo (I)“, esta pandemia es también una consecuencia de las lógicas capitalistas, que han generado las condiciones para la irrupción y la rápida expansión de la enfermedad a nivel global.
Diversos autores, entre ellos David Harvey (2004), han planteado que especialmente en los momentos de crisis capitalista como el actual, en los que este sistema ve amenazada su dinámica de ganancia, éste ha trascendido la “reproducción ampliada” y ha acudido a formas de acumulación a través de la desposesión.
También Silvia Federici, en su obra de 2004 (se consultó una edición de 2010) „Calibán y la bruja“, dirige la mirada hacia la acumulación originaria y la acumulación por desposesión, pero lo hace desde una perspectiva específica central para este análisis: la perspectiva de las mujeres.
Señala Federici (2010) que la llamada acumulación primitiva descrita por Marx no fue un fenómeno único en la historia, sino que la dinámica de acumular a través del despojo violento se ha repetido y renovado en diversas fases del desarrollo capitalista, y que dos elementos fundamentales de dicha dinámica son la profundización de la explotación, y la intensificación y a la vez la invisibilzación de la explotación específica a la que son sometidas las mujeres y también los „sujetos coloniales“1.
Para Federici (2010) el sistema capitalista instauró una nueva división sexual del trabajo, en la que el trabajo de las mujeres y su función reproductiva están sometidos a la reproducción y regeneración cotidiana de la fuerza de trabajo, sin recibir por ello salario alguno. Junto a ello bajo el capitalismo se construyó un nuevo orden patriarcal „basado en la exclusión de las mujeres del trabajo asalariado y su subordinación a los hombres“, lo que hace posible el „patriarcado del salario“.
Los análisis históricos y teóricos hasta aquí expuestos brindan herramientas para la observación de la situación actual de la pandemia de la COVID-19 en el mundo. En este trabajo se quiere analizar el impacto específico que ha tenido la crisis de la pandemia sobre las mujeres.
No se desea sin embargo realizar un análisis abstracto, sino observar las realidades concretas de las mujeres en Colombia y en Venezuela, dos países con situaciones disímiles. El primero con una economía neoliberal, un Estado funcional a los intereses imperialistas y un conflicto político, social y armado de más de 70 años; el segundo un país que hace 20 años inició la Revolución Bolivariana, que significó grandes conquistas en los derechos del pueblo, así como un resurgir del ideario de izquierda y bolivariano, pero que hoy padece las graves consecuencias del acecho desestabilizador imperialista y sus sanciones económicas, así como otras dificultades económicas y políticas. También se quiere dirigir la mirada a aquellas mujeres que como migrantes se han movilizado entre ambos países y aquellas que habitan la zona fronteriza.

La „superexplotación“ de las tareas del cuidado en el marco de la pandemia

El capitalismo ha sometido a las mujeres a la función de garantes de la reproducción de la vida, principalmente a la vida en cuanto a fuerza de trabajo, ya que cuando la vida no es útil a la acumulación capitalista puede o incluso tiene que ser destruida. Como también advierte Federici (2010) esta función de las mujeres de reproductoras y cuidadoras de la fuerza de trabajo ha sido invisibilizada y mistificada en el sistema capitalista.
En el marco de la pandemia por la COVID-19 todo ello se ha intensificado, pudiéndose hablar de una suerte de „superexplotación“ específicamente de las tareas del cuidado de la vida ejercidas por las mujeres. Ello ha significado un agravamiento tanto de las „tareas del propio hogar“ como del trabajo doméstico remunerado, que por lo general es precario, careciendo las mujeres de salario digno y de seguro médico, especialmente cuando las mujeres son migrantes sin papeles. En general las mujeres se han visto obligadas a aumentar las medidas de higiene, pero por las difíciles condiciones económicas y la cuarentena decretada en muchos países del mundo, se ha visto dificultado el acceso a materiales de limpieza y de bioseguridad. Esta dificultad ha llevado a que familias empleadoras de trabajo doméstico suspendan temporalmente las actividades de las mujeres o a que realicen despidos por temor a que éstas pudieran llevar la enfermedad a sus hogares. En el marco de la pandemia también se ha intensificado el trabajo de cuidado de ancianos y enfermos, por ser éstos vulnerables frente a la COVID-19. Temas como éstos fueron tratados en un panel virtual en el mes de mayo en el que participaron Federici y otras militantes feministas de América Latina. En este Federici recalcó:

Se habla ahora de los servicios esenciales y nunca se dice que el trabajo doméstico es el servicio más esencial que hay porque cada día reproduce la vida. Reproducir la vida tiene muchos elementos, no es solamente limpiar, cocinar, llevar a los niños al parque, es todo un trabajo emocional2.

Esto plantea también otra dimensión fundamental: el impacto emocional y psicológico que ha tenido la pandemia sobre las mujeres.
En Venezuela la cuarentena fue decretada el 17 de marzo por el Gobierno. Esta medida incluyó la suspensión de todas las actividades académicas y económicas. La suspensión de las clases presenciales se mantendrá hasta el fin del año escolar. Esto ha significado una carga más pesada para las mujeres, sobre todo madres y abuelas, que deben cuidar de las y los niños, alimentarlos, realizar las tareas de educación a distancia, etc. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) (según el último censo poblacional de 2011) el 40% de las madres en Venezuela son jefas de hogar. Del total de jefas de hogar la mayoría tiene 3 o más hijos. En este mismo censo más del 70% de las jefas de hogar indicó no tener pareja. Queda clara la inmensa cantidad de madres solteras. Dos estados fronterizos, el Zulia y Táchira, están entre los estados con alta cantidad de mujeres jefas de hogar. Se puede estimar entonces que también con alta cantidad de madres solteras.
Para Carmen Castro, economista citada en un artículo de Marisa Kohan3, el cierre de los colegios entre otras institucioneses es preocupante porque supone la „reprivatización de los cuidados“, ya que se pone la carga de los cuidados nuevamente en lo privado, en lo doméstico, y así se insiste en los cuidados gratuitos.
Otra temática imposible de dejar de lado en el caso venezolano son las dificultades socioecenómicas que vive la población ya desde hace algunos años, y que en una gran medida se desprenden de las muchas y diversas sanciones y sabotajes económicos que ha impuesto el imperialismo al país4. Sin poder profundizar en esta temática valga afirmar que estas sanciones, sumadas a otras problemáticas económicas del país, afectan fuertemente a las mujeres, y hacen sus tareas diarias de reproducción y regeneración de la vida aún más difíciles. Ello se manifiesta por ejemplo en dificultades para adquirir algunos medicamentos, alimentos y otros productos, ya sea porque no se encuentran o por sus elevados precios.
La continuación de la entrega de las cajas de alimentos (CLAP) durante la cuarentena, ha significado una importante ayuda frente a dichas problemáticas. Según informaciones oficiales 7 millones de familias son receptoras de éstas5.
Otra problemática que afecta a la población, especialmente a las mujeres en sus tareas cotidianas, y sobre todo en los estados fronterizos, es la de los problemas con los servicios públicos como electricidad, agua y gas doméstico. Valga señalar que éstos a diferencia de países neoliberales como Colombia son de precios muy accesibles, además de que en el marco de la emergencia sanitaria se prohibió el corte de los servicios de telecomunicaciones; sin embargo hay falencias en su administración.
Como indica la Gran Encuesta Integrada de Hogares de 2019 en Colombia el 94% de las personas que se dedican al „empleo domestico“ son mujeres. En este país igualmente se decretó la suspensión de las clases presenciales a partir del 16 de marzo, generando sobre las mujeres consecuencias como las descritas. Sin embargo en este país estas consecuencias se suman a un escenario socioeconómico sumamente difícil debido a una economía neoliberal que despide y precariza el trabajo, con un alto grado de informalidad, servicios y salud privatizados y costosos, etc. Algunos de estos aspectos serán descritos a continuación.

Mujeres trabajadoras y otros sectores vulnerables

Para Federici (2010) cuando la mujer se ha insertado al trabajo asalariado siempre ha tenido que sufrir discriminación como mano de obra asalariada femenina. Esto a través de la historia y hasta el día de hoy se ha reflejado por ejemplo en salarios significativamente menores para las mujeres que para los hombres, a pesar de la realización de la misma tarea. A ésto se suma el tener que asumir una carga laboral doble, la del trabajo asalariado y además las tareas no remuneradas de la reproducción y la regeneración de la fuerza de trabajo.
En el marco de la pandemia las y los trabajadores alrededor del mundo han recibido un fuerte impacto. Se ha realizado despidos masivos, ya sea por cierres de empresas o para disminuir costos y salvarse ante la crisis, dejando un sinnúmero de desempleadas y desempleados. El sector de la economía informal en América Latina también ha sufrido consecuencias negativas al no poder realizarse estas actividades laborales durante la cuarentena.
En el caso de las mujeres el despido o el no poder realizar actividades de economía informal puede acrecentar la dependencia y violencia económica y de esta manera el „patriarcado del salario“.
En Colombia desde el inicio de la cuarentena total el 25 de marzo diversos sectores de la población han protestado debido a las cruentas condiciones socioeconómicas a las que han sido sometidos por esta medida con ayudas económicas estatales totalmente insuficientes6. Entre estos sectores han estado las y los trabajadores informales y trabajadoras sexuales. La respuesta de parte del Gobierno ha sido la militarización, la represión, los desalojos. Para la fecha en Colombia ya se denuncian miles de despidos7. Será una imprescindible tarea en los próximos tiempos indagar cuántas mujeres están entre quienes han sido víctimas de despidos.
En Colombia según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, para el periodo diciembre 2019 – febrero de 2020, en las 13 ciudades y áreas metropolitanas del país, la proporción de hombres ocupados que eran informales fue de 45,2%, mientras que esta proporción para las mujeres fue de 48,6%. La ciudad fronteriza de Cúcuta (departamento Norte de Santander en frontera con el estado Táchira) tiene la proporción de población ocupada informal más alta de todas las ciudades de Colombia con un 71,4%. También las ciudades capitales Riohacha y Valledupar de los departamentos fronterizos La Guajira y Cesar (frontera con el estado Zulia), cuentan con una alta proporción de informalidad: 63,9% y 61,4% respectivamente (diciembre 2019 – febrero de 2020). En Venezuela el día 24 de marzo se publicó un decreto de inamovilidad laboral hasta el 31 de diciembre que incluye un plan para el pago de nóminas y bonos hasta agosto. En este país según el Instituto Nacional de Estadística (INE) para el 2018 34,5% de las muejeres estaban ocupadas en el sector informal.
Otro sector especialmente vulnerable a contagios y violencia en el marco de esta pandemia han sido las mujeres personal de salud. En América Latina la mitad de los médicos y más del 80% del personal de enfermería son mujeres8.
Otro sector afectado en la pandemia por condiciones como ausencia de papeles, de trabajo formal, de seguro médico, etc. son las migrantes. Según el observatorio Proyecto Migración Venezuela, en Colombia, como principal país receptor de migrantes venezolanos, para enero del año presente, se encontraban en el país 1,9 millones de migrantes venezolanos, el 50,23% de éstos eran mujeres. Estas son cifras a las que será necesario darles seguimiento teniendo en cuenta la repatriación de connacionales venezolanos que se ha dado. También para las mujeres que se encuentran privadas de libertad en las cárceles se han aguzidado las condiciones. En Colombia el manejo de la situación carcelaria ante la emergencia de salud se ha caracterizado por medidas sanitarias y de excarcelación totalmente insuficientes, así como represión y violación a los derechos humanos9.
Igualmente en Colombia la crisis de la pandemia se sumó a la compleja situación socioeconómica y a la cruenta persecución política estatal y narco-paramilitar que viven las mujeres indígenas, negras y campesinas, lideresas sociales, y mujeres excombatientes de las FARC-EP.

El hogar como el lugar más peligroso para las mujeres

El confinamiento producido por la pandemia de la COVID-19 ha visibilizado y disparado la violencia contra las mujeres, niñas y niños en el hogar. Se trata de una violencia machista altamente frecuente, y que en este sistema patriarcal y capitalista se ha naturalizado. Durante la cuarentena muchas mujeres, niñas y niños han quedado encerradas junto a sus agresores expuestas a sufrir diversos tipos de violencia, entre ellas la física, psicológica, económica y sexual.
En Venezuela existe desde 2006 la Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. En 2014 fue reformada y hoy ésta estipula 21 tipos diferentes de violencia de género. A pesar de este importante avance, el accionar estatal ha resultado insuficiente en ocasiones. Debido a ello diversas organizaciones feministas se han movilizado en función de tareas como el recoger estadísticas sobre el feminicidio en Venezuela, o para el acompañamiento de mujeres que han sido víctimas de violencia de género. En Colombia en el año 2008 se dictó la Ley 1257, “por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres”. Sin embargo el balance de los efectos de ésta no es positivo debido a la negligencia estatal. Esta ley reconoce cinco tipos de violencia de género, sin embargo desde las mujeres se denuncia que las entidades desconocen las normas, lo que conlleva una constante revictimización. En el año 2015 en Colombia se tipificó el delito de feminicidio, pero la profundización de la violencia de género es prueba de que las medidas han sido insuficientes.
En el mes de abril según lo observado por el Monitor impulsado por Aimee Zambrano en Utopix.cc sucedieron 20 feminicidios en Venezuela, entre éstos 3 en el estado Zulia, y 2 en el Táchira. Esto representa un repunte de 65% con relación al mismo periodo en 2019. Para el mes de mayo se registra 17 feminicidios; en el Zulia y en Táchira se registra un caso respectivamente. Para el lapso de la cuarentena, desde el 16 de marzo hasta el 31 de mayo, este Monitor registra 42 feminicidios. Además diversas organizaciones informan un aumento de llamadas de mujeres denunciando violencia de género durante la cuarentena10.
Para el mes de abril el Observatorio de Feminicidios Colombia, en un informe publicado por la Red feminista antimilitarista, registra 26 feminicidios, 3 de estos sucedieron en el fronterizo Norte de Santander. Este mismo Observatorio señala que durante la cuarentena, desde el 16 de marzo hasta el 16 de junio, se han perpetrado 104 feminicidios.
También en Colombia se dispararon las llamadas de emergencia por violencia de género durante la cuarentena. El Observatorio Colombiano de las Mujeres informó que desde el 25 de marzo hasta el 23 de abril recibieron 3951 llamadas en total, mientras que en el mismo periodo en 2019 fueron 1504. Los dos departamentos fronterizos La Guajira y el Cesar registraron un aumento de llamadas del 300%. „Pero una de las cifras más alarmantes es la de “hechos de emergencia”, que registra cuando la vida de la mujer se encuentra en peligro, la cual ha incrementado un 553%, pasando de 32 llamadas en el 2019 a 209 durante el aislamiento“11.

Militarización imperialista vs. soberanía,

Como señala Gil de San Vicente en el artículo antes citado algunos Estados burgueses represores, individualmente o en organizaciones militares como la OTAN, han aprovechado para militarizar con la excusa de la emergencia por la COVID-19. Han realizado ejercicios y despliegues militares de control territorial o han logrado atemorizar y reprimir a sectores levantados de la población. En abril el Gobierno de los EE.UU. dio inicio a una supuesta operación antinarcóticos la cual ha significado un inmenso despliegue militar en el mar Caribe y en el Pacífico oriental. Desde muchos analistas y activistas esta acción se ha interpretado como una amenaza directa a Venezuela.
En el marco de esta operación se ordenó el envío para Colombia de un equipo de la llamada SFAB por sus siglas en inglés (Brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad) del ejército estadounidense. El anuncio lo hizo la embajada de los Estados Unidos en Bogotá el 27 de mayo, sin que la medida se hubiera debatido y aprobado en el Congreso de la República de Colombia. No existe claridad ni acerca del número de militares estadounidenses implicados, ni sobre la duración de la medida. Ello generó rechazo tanto en diversos políticos, como en muchas organizaciones de base, ya que se trata sólo del último eslabón en una larga cadena que es la historia de la injerencia estadounidense en Colombia.
Lo anterior se relaciona directamente con las realidades de las mujeres colombianas, especialmente aquellas que viven en zonas de conflicto. Varias organizaciones sociales y feministas12 han denunciado que el envío de esta brigada militar estadounidense a Colombia no es solamente de carácter inconstitucional y una violación a la soberanía, sino que además amenaza los derechos humanos y especialmente la integridad física y emocional de las mujeres y niñas, ya que en diversas ocasiones se ha denunciado agresiones sexuales de parte de militares estadounidenses. Esto fue investigado y denunciado entre otros por el profesor Renán Vega Cantor, integrante de la Comisión Histórica del Conflicto, que se creó en el marco de los Diálogos de Paz de La Habana. En su investigación Vega Cantor (2015) caracteriza estos hechos como „imperialismo sexual“, ya que los delitos cometidos por militares estadounidenses, debido a acuerdos bilaterales y a la inmunidad diplomática de los mismos, quedan en la impunidad.
Dos de las cinco zonas colombianas a las que fueron enviados militares de esta brigada se encuentran en frontera con Venezuela: el departamento Arauca y la región del Catatumbo. Esto, además de poner en riesgo a las mujeres campesinas, lideresas, indígenas y negras, insurgentes, etc. de dichas zonas, representa otra amenaza para Venezuela.
En ese sentido la organización Juventud Rebelde ha manifestado que el rechazo a los militares de EE.UU. en Colombia se debe no sólo a una defensa de la soberanía nacional y regional, sino también a la defensa de la soberanía de las mujeres sobre sus cuerpos.

La salud de las mujeres,

Otra área de la vida de las mujeres que se ha visto impactada por el actual momento de crisis sanitaria, y no solamente por la enfermedad COVID-19, ha sido su salud. Algunas de las medidas que se han tomado, como la cuarentena, la priorización en la atención a enfermos con el nuevo coronavirus, o la militarización represiva, así como el impacto económico sobre las mujeres trabajadoras, precarizadas y marginadas, han limitado el acceso de éstas a la atención de su salud, incluyendo la salud sexual y (no)reproductiva. Ello en un escenario de aumento de la violencia física y sexual, el cual implica una necesidad más grande de poder acceder a anticonceptivos, atención médica, o a abortos.
Dirigiendo la mirada hacia los sistemas de salud de los países estudiados se puede ver que en Colombia el panorama coincide en gran medida con lo descrito por Gil de San Vicente en el artículo citado. El sistema de salud público ha sido desmantelado y en gran medida privatizado. Bajo la llamada Ley 100 de 1993 surgieron las EPS (Empresas Prestadoras de Salud), que desde entonces han estado sacudidas por un sinfín de escándalos de corrupción. No es sorprendente entonces que el sistema de salud colombiano se encuentre colapsado ante la pandemia, ni que en el marco de esta emergencia sanitaria siga primando la orientación hacia el lucro. Tampoco sorprenden así las dificultades que sufren las mujeres en relación con su salud, en este panorama13.
Según el reporte de la Organización Panamericana de Salud y la Organización Mundial de la Salud Colombia del 16 de junio, en el país ha habido 54.931 casos positivos para el nuevo coronavirus. Las defunciones han sido 1.801. El 56,2% de los casos reportados y el 62,6% de las defunciones han sido hombres.
En Venezuela de la mano del convencio con Cuba en materia de salud se ha intentado edificar un sistema de salud público, de gran cobertura, y centrado en aspectos como la prevención y la salud comunitaria. No obstante en la actualidad dicho proyecto se ve fuertemente afectado por las sanciones económicas imperialistas que dificultan la importación de medicinas y otros insumos médicos, así como por otras problemáticas económicas, políticas y sociales internas.
Sin embargo medidas frente a la pandemia como la pronta cuarentena, con intentos de aliviar desde el Estado las consecuencias socioeconómicas en la población, la realización masiva de pruebas gratuitas, visitas casa por casa por personal médico, etc. hasta el presente parecen haber tenido resultados positivos.
Para la fecha (17 de junio) según datos oficiales14 hay 3.386 casos positivos a COVID-19 en Venezuela. De éstos 1.538 son mujeres. Los estados fronterizos con Colombia han sido algunos de los más afectados por el contacto con el país vecino y el ingreso a Venezuela de parte de connacionales (Zulia: 435 casos, Táchira: 448, Apure: 842). De hecho la gran mayoría de los casos en Venezuela es de carácter importado y no por contagio comunitario. Ha habido 28 fallecidos. De éstos, hasta la primera semana de junio (para el momento iban 22 muertos) el 18,18% eran mujeres.

El futuro también es de lucha

Frente a todas estas situaciones descritas las mujeres no han sido solamente víctimas, sino también sujetos de resistencia y protagonistas en la organización popular y la solidaridad. Las organizaciones feministas han creado vías para la denuncia y el acompañamiento en casos de violencia de género; enfermeras y médicas han estado en la primera fila de las protestas por condiciones laborales dignas; en Venezuela las mujeres han tejido la organización y solidaridad comunitaria; médicas cubanas han viajado alrededor del mundo para brindar atención médica y solidaridad internacionalista; mujeres trabajadoras domésticas en Colombia y el mundo han denunciado y visibilizado su explotación; y un sinfín de ejemplos. Estos niveles de conciencia, de organización y de rebeldía deben ser un faro para el mundo después de la pandemia.

Referencias

- Federici, Silvia (2010): Calibán y la bruja – Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Traficantes de Sueños. Madrid.
- Gil de San Vicente, Iñaki (Marzo, 2020): El Covid-19 y la cuestión del poder. Disponible en: https://abpnoticias.org/index.php/revolucion-debate/5290-el-covid-19-y-la-cuestion-del-poder
- Harvey, David (2004): El „nuevo“ imperialismo: acumulación por desposesión. Socialist register (2004). CLACSO (2005). Buenos Aires.
- Katz, Claudio (abril, 2020): La pandemia que estremece al capitalismo (I). Disponible en: https://www.cadtm.org/La-pandemia-que-estremece-al-capitalismo-I#desaprension_y_pirateria
- Cantor Vega, Renán (2015): La dimensión internacional del conflicto social y armado en Colombia, injerencia de los Estados Unidos, contrainsurgencia, y terrorismo de Estado (en Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia – Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas).

Notas

1) Como tema fundamental la autora estudia y describe el rol trascedental que tuvieron las cacerías de brujas de los siglos XVI y XVII en el marco de la llamada de la acumulación primitiva.
2) Fuente: https://www.efeminista.com/silvia-federici-trabajo-cuidados/
3) Fuente: https://www.lahaine.org/est_espanol.php/el-coronavirus-evidencia-la-carga
4) Para sólo algunos ejemplos: https://www.telesurtv.net/telesuragenda/cronologia-sanciones-eeuu-venezuela-historia-20190529-0002.html
5) Fuente: https://www.telesurtv.net/news/venezuela-gobierno-garantia-alimentacion-coronavirus-20200319-0032.html
6) Ver por ejemplo: http://www.laizquierdadiario.com/Tenemos-hambre-continuan-las-protestas-y-cacerolazos-en-Colombia
7) Ver por ejemplo: https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/denuncian-en-colombia-despidos-de-trabajadores-durante-pandemia-de-coronavirus-480852
8) Fuente: https://blogs.iadb.org/igualdad/es/mujeres-enfrentan-mayores-riesgos-ante-coronavirus/
9) Ver por ejemplo: https://www.telesurtv.net/news/colombia-presos-excarcelados-pandemia-coronavirus-20200415-0006.html
10) Ver por ejemplo: https://eldiario.com/2020/04/19/encerradas-con-su-agresor-mujeres-sufren-la-violencia-por-la-cuarentena/
11) Fuente: https://www.elespectador.com/coronavirus/violencia-contra-las-mujeres-la-curva-que-no-se-aplana-articulo-920252/
12) Ver por ejemplo: http://ramalc.org/2020/05/29/tropasestadounidensesencolombia_pronunciamiento-movimiento-antimili/?fbclid=IwAR1hEe-hDHk_0fBLTmVm6rFEFvJx4rzk0ygtu8Q3ejrLM6WC1ocrmt7KzIY
13) Un triste ejemplo de ello: https://www.eltiempo.com/vida/mujeres/secretaria-de-salud-de-bogota-reconoce-error-en-caso-de-mujer-trans-fallecida-503162
14) Fuente: covid19.patria.org.ve/estadisticas-venezuela


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