Contenido
Las zonas económicas especiales (ZEE) gozan de amplia aceptación por parte de gobiernos, sin importar si son de derecha, centro o izquierda, empresas, sobre todo si son transnacionales y hasta cuentan con el respaldo de organismos multilaterales como el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio o la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) organismo adscrito a la ONU, todos, en conjunto pregonan los beneficios de estas políticas de liberalización; en contraposición a ello, las ZEE han sido el motivo de intensas luchas por parte de comunidades rurales, trabajadores, sindicatos, intelectuales y organizaciones anti extractivistas que ven en ellas una amenaza a los intereses de las clases más desfavorecidas y un recrudecimiento de las políticas neoliberales que tanto daño le hicieron a los países latinoamericanos.
Quienes defienden la implantación de las ZEE arguyen que son el resultado de la necesidad de las regiones o países por captar capitales para impulsar sus economías, esto se traduce en amplios beneficios fiscales, de política laboral y hasta políticos que incrementarán las ganancias de las empresas que se asienten sobre dichas zonas, ofrecerá amplias fuentes de empleo y en general ayudarán a dinamizar las economías locales y nacionales.
Teóricamente y de acuerdo al Banco Mundial, las podemos definir como las “áreas geográficas delimitadas dentro de las fronteras nacionales de un país donde las reglas de los negocios son diferentes, generalmente más liberales, que aquellas que prevalecen en el territorio nacional”1.
Visto desde otro punto de vista las Zonas Económicas Especiales son pequeñas áreas de libre comercio en las que el Estado pierde soberanía sobre los territorios, los campesinos pierden tierras y se dan, de manera muy acelerada, procesos extractivistas que funcionan mientras la zona delimitada como especial cuenta con recursos para explotar, aunado a que no se genera verdadera dinamización económica pues los procesos de encadenamiento, que podrían ayudar a las pequeñas y medianas empresas poco se dan. Son, por ende, el resultado de la intensificación de la competencia, debido a la cada vez más evidente polarización de la riqueza a nivel mundial y a la disminución histórica de la tasa de ganancia anunciada por Carlos Marx.
Si bien desde el Imperio Romano ya se habían formado incipientes zonas económicas especiales, en las cuales se ofrecían facilidades, exoneraciones y hasta plena libertad económica a delimitados espacios geográficos para favorecer o impulsar el comercio, es en 1959 que nace la primera Zona Económica Especial moderna, conocida como Zona Económica Especial de Shannon, Irlanda2, la cual se ubicó en el aeropuerto Internacional del mismo nombre, a donde llegaban para abastecer combustible los primeros vuelos trasatlánticos. Conforme avanzaba la capacidad de vuelo y de rendimiento de los aviones el aeropuerto y sus alrededores quedaron ampliamente deprimidos lo que motivó a declararle parque industrial con facilidades arancelarias.
A finales de la década de los 70 del siglo pasado y con la llegada al poder del reformismo chino, se dan una serie de exenciones arancelarias que indudablemente, siguen representando a la fecha, la experiencia más exitosa en cuanto a Zonas Económicas Especiales en el mundo. El éxito de las ZEE, impulsado por la China post Mao motivó a que a lo largo y ancho del planeta se extendieran experiencias que, de una u otra forma trataron de emular el resultado chino. A la fecha hay por lo menos 5400 ZEE en 147 países3, el grueso de ellos en economías subdesarrolladas, que aportan en total 68,44 millones de empleos, el 90% de éstos en Asia y Pacifico y 851 mil millones de dólares en exportaciones, el grueso de ellas también en Asia y Pacifico4.
No todas las experiencias de zonas económicas han sido exitosas, existe un número importante de ellas que aún con la ampliación de facilidades, la desregularización de los mercados y los incentivos a la inversión no han logrado presentar números en positivo, algunas se mantienen mientras otras han desaparecido por completo como es el caso de las que operaron en Perú y en el sur de México. Datos de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), organismo adscrito a la ONU, alertan que la mitad de las Zonas Económicas Especiales fracasan5, lo que representa enormes pérdidas para los países.
Actualmente y conforme las grandes corporaciones crecen a ritmos avasallantes, se viene presentando un sinfín de fenómenos que están, de manera acelerada, dejando en manos de pocos la riqueza. A diferencia de lo que a simple vista pudiese pensarse con las recurrentes crisis, las guerras militares y comerciales y, más recientemente la pandemia de Covid 19, entre 2010 y 2019 el patrimonio bursátil de las primeras 10 empresas del mundo ha pasado de 1,6 billones a 5,57 billones de dólares6, este crecimiento exponencial de las principales empresas del mundo ha significado, no el crecimiento del conjunto de grandes, medianas y pequeñas empresas que integran la totalidad del sector privado mundial, sino que por el contrario ha representado la ruina de las más chicas, la amenaza al colapso de las medianas y la intensificación de la competencia entre las más grandes. En pocas palabras, la apertura de los mercados, la firma de tratados de libre comercio (TLC) y la conformación de Zonas Económicas Especiales ha transformado poco a poco el comercio mundial en una gran selva que cuenta con muchos vencidos y pocos vencedores.
Es importante destacar que los defensores a ultranza de la corpocracia y del libre mercado, propugnan que “si crece la empresa privada, crecemos todos”7, no obstante está demostrado que ello no es así, sólo a modo de ilustración, con el advenimiento de la pandemia mundial del COVID 19, la revista de clara tendencia capitalista Forbes ha alertado que entre el 18 de marzo y el 17 de junio la riqueza de las cinco personas más adineradas del mundo se incrementó en 101.000 millones de dólares8 (lo que equivale al PIB anual de países como Venezuela o Ecuador), mientras esto ocurre, millones de personas caen en la miseria. Lamentablemente a la fecha esa tendencia sigue incrementándose.
Si bien hay un éxito, desde el punto de vista monetario, en algunas economías de países que se la han jugado por desregular normativas e instalar Zonas Económicas Especiales, ello no significa que esto represente una mejora en las condiciones de vida de los trabajadores, aun cuando se hable de un incremento de la mano de obra contratada por las empresas que se instalan en dichos territorios. Las Zonas Económicas, por ser espacios donde priva el capital por encima de cualquier factor social, conducen inexorablemente a la pérdida de beneficios para la clase trabajadora y empobrecida, no es casualidad que por lo menos el 80% de estos espacios se encuentran ubicados en países calificados como “en vías de desarrollo” por ser estos más permisivos a la hora de violar normativas. En las Zonas Económicas Especiales “se vale todo” y la propia competencia de los países por atraer inversores incrementa la tendencia de satisfacer el capital por encima de los requerimientos mínimos de los trabajadores y las personas que cohabitan estos espacios.
Es precisamente por ello que en países como India, China, Vietnam y Camboya existen infinidad de denuncias de explotación laboral, el mismo motivo es lo que ha hecho que otras Zonas Económicas no hayan tenido ningún éxito, pues al haber tantos espacios alrededor del mundo que compiten y se explayan por recibir capitales, a costa de cualquier precio, se quedan rezagadas ante las nuevas y más permisivas ventajas que ofrecen otros enclaves que por convicciones ideológicas, corrupción o necesidades de captar inversores optan por perder soberanía, al establecer verdaderos Estados dentro del propio Estado.
América Latina se ha ido convirtiendo poco a poco en un territorio donde progresivamente se incrementan las Zonas Económicas Especiales, a la fecha existen por lo menos 500 enclaves que reúnen unas 10.000 empresas de diferentes sectores, empleando cerca de un millón de personas9. Encabezan el listado de países con más Zonas Económicas Nicaragua (52); Costa Rica (49); Colombia y Honduras (39) y Brasil (32)10. No obstante casi la totalidad de naciones del continente, incluyendo Estados tradicionalmente protectores como Cuba, cuentan con por lo menos una ZEE o en proceso de conformación, lo que indudablemente se traducirá en mayor competencia es decir, mayor regresión de beneficios para la clase trabajadora.
En el caso concreto de la frontera colombo venezolana, ambos países, tanto Colombia como Venezuela, han decretado como Zona Económica Especial el espacio fronterizo. El área metropolitana de Cúcuta fue declarada como Zona Económica y Social Especial (ZESE) desde el año 2019, esto incluye a los municipios del Zulia, Villa del Rosario, Los Patios, San Cayetano y Puerto Santander11 (todos fronterizos con el estado Táchira en Venezuela), por su parte el gobierno venezolano aprobó en el año 2014 la creación de una Zona Económica Especial de Frontera Ureña San Antonio (ZEEF), que abarca los municipios Pedro María Ureña y Bolívar12, también fronterizos con el territorio colombiano.
Ambas experiencias no han tenido éxito alguno a pesar de los decretos gubernamentales y de los incentivos que cada uno de los Estados ha anunciado en procura por captar posibles inversores. Es importante destacar que cada Zona Económica se pretende desarrollar sobre poblaciones que a lo largo de los años, y conforme ha sido el flujo migratorio, han desarrollado una infraestructura y unas condiciones socioeconómicas que, originalmente se pensaba, ayudarían a impulsar el desenvolvimiento de éstas. Así pues, mientras por el lado venezolano Ureña se ha especializado en el sector industrial (plástico, metalmecánico, carrocero y textil), San Antonio ha orientado su actividad económica al comercio, la marroquinería y la confección de calzado. Entre ambas localidades suman, de acuerdo a cifras oficiales, 7351 empresas/industrias, entre grandes, medianas y pequeñas. Por su parte Cúcuta ha desarrollado un importante sector financiero, comercial y de servicios que, a diferencia de la ZEE de frontera venezolana, se encuentra en auge y crecimiento.
Tanto la Zona Económica Especial y Social del Área Metropolitana de Cúcuta, como la Zona Económica Especial de Frontera de Ureña y San Antonio no representan una mejora en las condiciones de vida de la población de frontera, pues no encarna una opción alternativa a la búsqueda de la satisfacción de los dueños del capital y al saqueo de los recursos de los pueblos, ni siquiera proponen mecanismos para el encadenamiento de la producción en beneficio de las pequeñas y medianas empresas. Por el contrario la visión de que la frontera es un espacio para atraer inversores, producir en cantidad, exportar y prometer miles de empleos (generalmente tercerizados o mal pagados), que mejorarán las condiciones socioeconómicas del habitante de frontera, se continúan replicando a lo largo de la historia. Basta revisar los discursos de Presidentes, Ministros, Gobernadores y Gremios empresariales a lo largo de los años.
Existe una marcada tendencia, por parte de las economías emergentes a desregularizar los mercados para que las grandes empresas obtengan mayores beneficios con menor esfuerzo, y las Zonas Económicas de Frontera de Colombia y Venezuela comparten esos objetivos, no obstante el decretar la creación de espacios sin leyes laborales, normas y exenciones no necesariamente conducen al éxito. En un mundo subdesarrollado donde el neoliberalismo fue impuesto a sangre y fuego, donde la corpocracia se hizo hegemónica y donde las estructuras gubernamentales, generalmente impuestas por la corpocracia, tributan a favor de éstas, sobran los países que incluso, compiten entre sí, por ver quién ofrece condiciones más amplias y permisivas, sin importar si esto atente contra sus propios intereses o contra sus connacionales.
Dentro de los incentivos que ofrecen ambas zonas económicas se encuentran principalmente la reducción a cero del impuesto sobre la renta los primeros años de instalación, el estímulo a la exportación, la exoneración a los impuestos y derechos arancelarios provenientes de la importación de materiales, herramientas y equipos destinados a la construcción de la infraestructura de la zona, entre otros aspectos que difícilmente puedan ser realmente atractivos para el gran capital.
La visión compartida por ambos gobiernos, a pesar del aparente distanciamiento ideológico, es que la zona económica bien sea la del área metropolitana de Cúcuta o la del eje Ureña-San Antonio está pensada y destinada para garantizar facilidades a los grandes capitales, en pocos o muy pocos apartados se habla de ofrecer facilidades tangibles para las pequeñas iniciativas. El grueso de las pequeñas y medianas empresas, de ambos lados de la frontera ni siquiera cuenta con las herramientas para, de manera directa importar, mucho menos posee los recursos para invertir o ampliar sus bienes de capital, más escazas, por no decir nulas, son las ventajas para las municipalidades, en algunos casos se habla de apoyar en infraestructura, construir rápidas vías de acceso, incrementar la cantidad de vuelos comerciales y de carga en los aeropuertos, generar rutas binacionales que permitan la extracción de lo que allí se produzca sin importar su nacionalidad (como la firma de acuerdos que pongan a disposición de ambas ZEE el puerto venezolano de la Ceiba en el Lago de Maracaibo), todas ellas pensadas para facilitar el extractivismo, no para mejorar las condiciones de vida del pueblo de frontera.
Las Zonas Económicas Especiales deben reunir inexorablemente a: 1. los Gobiernos, para ofrecer facilidades al capital; 2. el sector privado, como potencial inversor, y; 3. la clase trabajadora como única generadora de riqueza no especulativa. Sin embargo dentro de las propuestas de ZEE de ambos gobiernos los trabajadores no dejan de ser un cuerpo casi inerte que pasa por debajo de la mesa, al cual solo se le ofrece empleo, lo que no se dice es que, con las facilidades al capital ya descritas, con la eliminación de trabas burocráticas y con la no obligatoriedad a cumplir las leyes laborales del ordenamiento jurídico vigente de cada país, muy posiblemente esas ofertas de empleo no signifiquen una mejora tangible en las condiciones de vida de la población, al contrario, muy posiblemente la explotación laboral, la pérdida de seguridad social, el derecho a la sindicalización y muchos otros beneficios, alcanzados a través de años de luchas, se pierdan.
Por el lado venezolano la clase trabajadora, a pesar de contar con una ley laboral bastante avanzada, ha visto en los últimos años un gigantesco retroceso que la ha llevado a la ruina absoluta, el salario mínimo ha pasado de ser, en menos de 12 años, uno de los más altos de América Latina a convertirse en el más bajo, muy de lejos, de la región. La multiplicidad de trabajos, la informalidad y la economía subterránea han llegado a cubrir el inmenso déficit que deja en los hogares de millones de venezolanos los alicaídos ingresos y las paupérrimas condiciones de trabajo que, aún con la compleja situación, tiende a agravarse.
Por su lado en Colombia, y específicamente en el área metropolitana de Cúcuta, la falta de empleos de calidad han arrastrado a que dicha ciudad sea la que mayor índice de informalidad presenta con respecto a todo el país13, de igual forma el alto costo de la vida, que se traduce en el alza continua de la inflación y los servicios públicos ha generado que 36,2% de la población viva en condiciones de pobreza y marginalidad14, más cuando, de acuerdo al Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), un hogar se considera en pobreza cuando percibe menos de 100.000 pesos mensuales, es decir, casi 10% de un salario mínimo vigente.
Desde hace años la frontera colombo venezolana es un espacio que se encuentra en poder de grupos delictivos, quienes muchas veces apoyados, en coordinación o con la permisividad de fuerzas oficiales han dominado no solo el territorio sino las relaciones comerciales, informales casi en lo absoluto, que se llevan a cabo en la zona. Éstos dominan también los flujos financieros, aplican extorsiones a los distintos sectores productivos que se empeñan en no desaparecer y son los que en definitiva ejercen el monopolio de la fuerza.
Con las actuales condiciones de la frontera, anteriormente señaladas, difícilmente los dueños del capital inviertan en un territorio que es tierra de nadie, donde los gobiernos poco poder de acción tienen y donde no existen condiciones de infraestructura, comunicaciones y servicios que les resulten atractivas a las empresas.
Es menester clamar por la puesta en práctica de políticas y planes de verdadera atención y apoyo a los pueblos de frontera, para ello se debe buscar el entendimiento entre ambos gobiernos, abrir el abanico para permitir que la voz de las comunidades y organizaciones sociales y políticas asentadas a lado y lado del río Táchira sean escuchadas para que las decisiones no se hagan desde Bogotá o Caracas, como tradicionalmente se hacen, sino que cuenten con la participación de los actores involucrados.
Notas
1) Banco Mundial, Departamento de Financiamiento y Desarrollo del Sector Privado: “Desarrollando el potencial exportador de América Central”. Disponible en: http://documents1.worldbank.org/curated/en/263621468011740500/pdf/839270WP0Vol040Box0382116B00PUBLIC0.pdf
2) Zonas Económicas Especiales. Disponible en: http://zimma.com.mx/zonas-economicas-especiales/#:~:text=La%20primera%20zona%20econ%C3%B3mica%20especial,cuentan%20con%20al%20menos%20una
3) Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD): “Informe sobre las inversiones en el mundo. 2019”. Disponible en: https://unctad.org/es/PublicationsLibrary/wir2019_overview_es.pdf
4) Arteaga, J.y Miranda M., 2016, Estudio y análisis de Zonas Económicas Especiales. Propuestas de mejora para las Zonas Francas españolas actuales, REVISTA EMPRESA Y HUMANISMO VOLXIX, No2, 2016/7
5) “Fracasa la mitad de las Zonas Económicas Especiales”. Disponible en: https://www.pagina66.mx/fracasa-la-mitad-de-las-zonas-economicas-especiales/
6) Cálculos propios en base a reportes de la Revista Fortune 500
7) En agosto del año pasado el Presidente de Colombia, Ivan Duque decía que “Solamente si las empresas crecen podremos atender los programas de equidad, reducción de pobreza, salud, educación, recreación y desarrollo de infraestructura”.
8) Forbes: “Los ricos se hacen más ricos durante la pandemia”. Disponible en: https://forbes.es/forbes-ricos/72842/los-ricos-se-hacen-mas-ricos-durante-la-pandemia/
9) “Latinoamérica apuesta por las zonas especiales para crecer más”. Disponible en: https://atalayar.com/index.php/content/latinoam%C3%A9rica-apuesta-por-las-zonas-especiales-para-crecer-m%C3%A1s
10) Idem.
11) Ley 1955 de 2019
12) Decreto No 1495 de 2014
13) “Cúcuta sigue líder en informalidad laboral con 73,3%”. Disponible en: https://www.laopinion.
com.co/economia/cucuta-sigue-lider-en-informalidad-laboral-con-733-185241#:~:text=C%C3%-BAcuta%20fue%20la%20ciudad%20con,%2C%20con%2064%2C8%25.
14) “Cúcuta retrocede en la lucha contra la pobreza”. Disponible en: https://www.laopinion.com.co/economia/cucuta-retrocede-en-la-lucha-contra-la-pobreza-176227#OP