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Título
MUJERES MIGRANTES DE VENEZUELA Y LAS DESIGUALDADES VIVIDAS EN MEDIO DE LA PANDEMIA
Fecha
2020-06-30
Revista No.
1
Autor
Leidy Carmín Moreno Ramírez
Sección
Mujer y frontera
Linea de investigación
Desigualdades de género, violencia contra la mujer y políticas públicas en contextos de migración y frontera
Resumen
La migración es un derecho humano, que permite a las personas moverse hacia otros territorios, es decir, se posee cierta libertad de circulación, ya sea para habitar y trabajar, pero de igual manera, se tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio y luego regresar. En concordancia, existe un importante marco jurídico internacional que respalda los derechos de las y los migrantes, los cuales han sido suscritos por Colombia y Venezuela. No obstante, la migración se produce a partir de diversas razones, pero principalmente la pobreza, el desempleo y la desigualdad son factores que influyen en que se desarrolle la migración. Esta situación, genera un impacto significativo, especialmente de connotación negativa en los países destino, a través de efectos psicosociales manifiestos en conductas y prácticas marcadas por los prejuicios, la segregación y la discriminación. El fenómeno de la migración que experimenta actualmente Venezuela, que sin duda resalta como una crisis de gobernabilidad migratoria, forma parte también de una estrategia de guerra, promovida por sectores de poder económico y político, nacionales e internacionales, que afecta fundamentalmente a las familias, mujeres, niñas y niños del país, con lo cual se acentúan algunos de los problemas sociales de Venezuela –con una crisis en el área de los cuidados y sus implicaciones sobre la reproducción social-, y se profundizan las lógicas de explotación y fuga de capitales del país, en este caso del factor de capital variable fuerza de trabajo. Hoy día nos encontramos en medio de una pandemia del coronavirus, lo cual es un gravísimo problema de salud que afecta a la población mundial y agudiza la situación de las y los migrantes venezolanos, en particular las mujeres, por tanto dentro de las principales desigualdades que experimentan y viven las mujeres migrantes se encuentran: el acceso al trabajo, la responsabilidad del cuidado y la violencia en sus distintas formas. En el estudio que se plantea, se tiene la finalidad de analizar estas variables a partir de su concreción en el espacio geográfico de la frontera colombo-venezolana en la coyuntura actual de la pandemia y con una mirada de enfoque de género. El estudio que da origen a este análisis es de corte feminista.

Descriptores: Migración, desigualdad de género, pandemia.


Contenido
Introducción

La realidad del contexto mundial está signada por una constante desigualdad extrema social, lo que significa que “para muchas personas en el mundo la migración es su mejor (o única) opción para lograr un nivel de vida digno.” (Ceciliano y Golash, 2020, p. 34). Esta opción, en el caso de las mujeres tiende a vivirse y experimentarse diferente respecto a los hombres, en principio porque las desigualdades que afectan a las mujeres se agudizan en el marco de los fenómenos migratorios y adquieren sistemáticamente una forma agravante mediante la discriminación y violencia de género, pero además porque cada vez más la migración adquiere una connotación negativa, pues sirve de instrumento para la justificación de los distintos problemas sociales en los países destino, así como para poner en evidencia la ineficiencia de las políticas públicas en materia de migración, particularmente en la Región de América Latina y el Caribe. De acuerdo con la CEPAL: “América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo, por sobre el África Subsahariana (la segunda región más desigual).” (2018, p. 17). Esta desigualdad en términos económicos que impide de manera amplia el desarrollo de la región, se convierte primordialmente en un obstáculo para erradicar la pobreza, pero además, en una gran limitante para superar las barreras y desigualdades de género, el auge de la democracia y el respeto de los derechos fundamentales. Ante tal situación, es importante considerar que la migración es un derecho humano que constituye una alternativa y permite a las personas moverse hacia otros territorios, pero en medio de un contexto de desigualdad social.

El derecho a la migración que permite libertad de circulación se contempla en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), en su artículo 13, y señala que: “toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado (...)”, ya sea para habitar, trabajar y realizar actividades permanente o temporalmente, en favor de su bienestar y el de su familia. Asimismo, en esta Declaración se plantea que cualquier persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio y luego regresar. En concordancia, existe un importante marco jurídico internacional que respalda derechos de los migrantes y han sido suscritos por Venezuela y Colombia, como el caso de la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares; Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer; Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención sobre el estatuto de los refugiados y su Protocolo de 1967, por mencionar algunos, puesto que “en América del Sur, se cuenta con más de 200 convenios bilaterales sobre migraciones, suscritos desde los años 50.” (Mármora, 2010, p. 86).

Sin embargo, a pesar de este respaldo jurídico resulta importante destacar que las mujeres migrantes venezolanas sufren desigualdades por razones de género que se complejizan en el marco del fenómeno migratorio venezolano de los últimos cinco años y la situación de pandemia mundial por el COVID-19. Por tal motivo, se describe esta realidad a partir de la revisión de fuentes documentales, así como de datos cualitativos y cuantitativos sobre la base del enfoque de género para analizar las principales desigualdades de género que experimentan las mujeres migrantes venezolanas en medio de la pandemia del COVID-19.

Pese a que fenómenos como la migración y las desigualdades que experimentan las mujeres son hechos conocidos y estudiados rigurosamente desde hace tiempo, se hace cada día más urgente desnaturalizar y visibilizar los nuevos contextos, formas y dinámicas que contribuyen en agudizar la desigualdad que afecta a las mujeres, en particular, en el marco de una crisis que engloba a la población mundial.

Por tal motivo, en el presente trabajo se realiza en primer lugar una aproximación respecto a la incidencia de la migración en la desigualdad de género, en segundo lugar se describen los principales factores que responden a la migración de las mujeres venezolanas y finalmente las repercusiones de la pandemia del COVID-19 en la situación de mujeres migrantes venezolanas.

Incidencia de la migración en la desigualdad de género

La migración incide en la desigualdad de género a través de las múltiples situaciones que deben enfrentar las personas no solo durante el proceso de movilidad, sino desde el momento en que decide migrar.

Las mujeres corresponden a un grupo altamente vulnerable en procesos migratorios, esto se debe a las arraigadas concepciones culturales del sistema patriarcal respecto a los roles de las mujeres y a la subordinación de sus necesidades relegadas en el diseño de políticas públicas. Por esta razón, la migración trae consigo situaciones de vulnerabilidad, hostilidad y riesgo que afecta en mayor medida a las mujeres y a las niñas.

El complejo proceso de la migración se ha producido a lo largo de la historia de la humanidad, “se trata de un movimiento de un país a otro con carácter de permanencia y puede tener diversos tipos según sean las motivaciones del individuo, su percepción del contexto o a las oportunidades que tienen para desarrollarse en otros espacios.” (Vargas, C. 2018, p. 92). Al respecto, ya sea por razones individuales o contextuales la migración es un fenómeno que actualmente ha cobrado incidencia importante en la vida de muchas personas en Venezuela, en especial, mujeres y niñas porque en el marco de los procesos migratorios se agudizan las desigualdades ya existentes, como en el acceso a educación, salud, trabajo, etc., pero además, porque se amplían las condiciones de vulnerabilidad respecto a riesgos como la discriminación, la explotación y la violencia en sus distintas formas.

La migración es un fenómeno mundial y complejo que tiene gran importancia en el mundo contemporáneo. (Palacios, 2016). Por tal motivo, el desarrollo de este fenómeno impacta en la dinámica social y exacerba las desigualdades que experimentan las mujeres en el marco de los procesos migratorios, reflejadas en problemas sociales como la pobreza, la violencia y la inseguridad.

Las principales desigualdades que afectan a las mujeres migrantes venezolanas están relacionadas con los obstáculos para el acceso al trabajo, la crisis en la responsabilidad del cuidado y el auge de la violencia de género. Estas situaciones de desigualdad de género tienen un impacto significativo en la agudización de la crisis de los cuidados y sus implicaciones sobre la reproducción social, al mismo tiempo que se profundizan las lógicas de explotación y fuga de capitales del país, en este caso del factor de capital variable fuerza de trabajo; y en la naturalización de la violencia contra la mujer.

Factores que inciden en el fenómeno de la migración en Venezuela

La migración tiene diversas razones, pero principalmente la pobreza, el desempleo y la desigualdad son elementos que influyen en que se desarrolle este fenómeno. En relación con mujeres migrantes de Venezuela, considerando sus individualidades y necesidades particulares, han decidido hacer uso del derecho a la migración, en razón de que desde el Estado y la sociedad en su conjunto, no han encontrado las garantías en el cumplimiento de los derechos fundamentales, imprescindibles para tener condiciones dignas de vida.

En estos momentos es importante considerar que la economía de Venezuela se encuentra en una espiral hiperinflacionaria que alcanza niveles exorbitantes, desde el año 2015 en Venezuela se ha agudizado una situación de crisis económica caracterizada por el surgimiento de problemas que afectan considerablemente a la población, con un impacto particular en las mujeres, entre los que destacan: hiperinflación, escasez de medicamentos, altos precios en los productos de consumo, reducción significativa de la producción nacional, pauperización del salario, esta situación ha impactado de manera abrupta el ingreso económico familiar, a través de una sueldo mínimo que no supera los 5 dólares mensualmente, esto claramente produce un desequilibrio en la cobertura y satisfacción de necesidades, así que las mujeres, siendo parte de la población más afectada y vulnerable se han visto en la obligación de buscar diferentes alternativas para generar ingresos o migrar a otros países en busca de mejores condiciones de vida.

Asimismo, se presenta de manera generalizada el incumplimiento de los beneficios laborales contenidos en las contrataciones colectivas del sector público; deterioro en los servicios públicos: salud, electricidad, agua potable, gas doméstico, transporte público, telecomunicaciones, entre otros; aunado a esto, se agrava la situación interna gracias a la presión internacional, especialmente por parte del gobierno de EEUU a través de sanciones económicas dirigidas al bloqueo comercial de empresas de gran importancia como la estatal petrolera PDVSA, fuente de más del 95% de las divisas que ingresan al país, con lo cual se perjudican gravemente las finanzas de la nación. (Gerdel, 2019).

Esta situación ha tenido diversos efectos en la población venezolana, uno de ellos y quizá el de mayor envergadura ha sido la migración masiva. De acuerdo con el anuncio de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en Venezuela hasta junio de 2019 se había producido la salida de 4 millones de venezolanos y venezolanas desde el año 2015. (ACNUR, 2019). En este contexto, se considera que el fenómeno de la migración que experimenta actualmente Venezuela, que sin duda resalta como una crisis de gobernabilidad migratoria, forma parte también de una estrategia de guerra, promovida por sectores de poder económico y político nacionales e internacionales, que afecta fundamentalmente a las familias, mujeres, niñas y niños del país.

La carencia e ineficiencia de políticas públicas en materia migratoria y el inusitado proceso de migración destacan la existencia de una crisis de gobernabilidad migratoria, puesto que esta crisis pone de relieve “las dificultades de los gobiernos para dar respuesta a las situaciones presentadas, debido a los condicionantes que en las últimas décadas han tenido, los Estados-Nación, para la gobernabilidad migratoria.” (Mármora, 2010, p. 74). Tales condicionantes en Venezuela corresponden tanto al desequilibrio económico nacional como a las tensiones políticas inducidas desde EEUU.

Aunado a ello, el reciente fenómeno de migración venezolana se asocia a las circunstancias descritas sobre el salario y los derechos laborales, así como a la intensa polarización de la clase política entre el gobierno y los partidos de oposición, y adicionalmente, el deterioro en las condiciones de vida de la población.

Por tanto, la combinación de factores económicos, políticos y sociales en las migraciones proporcionan un carácter complejo a la movilidad humana, debido a las múltiples causas, así como a las diferentes particularidades y necesidades de las y los migrantes. (Lastra y Coraza, 2020). Es por esta razón que desde ACNUR (1998) se ha llamado migraciones mixtas o también desde la Organización Internacional para las Migraciones, flujos mixtos (OIM, 2009), a fin de atender las distintas situaciones de los grupos migratorios, determinadas por factores y características específicas individuales o contextuales.

Ahora bien, también es importante referir que este fenómeno migratorio venezolano producido por factores económicos, políticos y sociales principalmente también constituye “un episodio con múltiples aristas que hasta por sus ribetes de irregularidad y clandestinidad se transforma en un negocio lucrativo en términos monetarios, políticos y sociales.” (Bueno y Coraza, 2020, p. 101). Esto se debe a que entorno a las dificultades de las personas más vulnerables, en este caso de las mujeres surge todo un entramado de negociaciones, ya sean de carácter lícito para ayudar en el tránsito de las personas realizadas por organismos e instituciones, así como aquellas transacciones para el envío de remesas, o aquellas ilícitas en las que destacan la trata y la explotación sexual de mujeres y niñas.

Asimismo, los factores que favorecen la migración venezolana han incidido en el hecho de que se identifique no solo feminización de la pobreza, sino además la feminización de las migraciones. (Palacios, 2016). La migración constituye una vía alternativa para tener acceso a un trabajo con mejores ingresos económicos, y por esta, razón en los flujos migratorios se ha incrementado la presencia femenina, pero al mismo tiempo, también crecen los riesgos de discriminación, explotación y violencia.

Repercusiones de la pandemia del COVID-19 en la situación de mujeres migrantes

La pandemia del COVID-19 es una situación que genera un impacto significativo, especialmente de connotación negativa en los países destino, a los que llegaron los más de 4 millones de migrantes venezolanos (ACNUR, 2019), cuyos efectos psico-sociales manifiestos en conductas y prácticas dieron paso a la creación de prejuicios, así como situaciones de segregación y discriminación contra los migrantes.

El rechazo que se ha generado hacia las venezolanas y los venezolanos se ha construido sobre la percepción de una figura del migrante como un perdedor, y la población de los sectores pobres de los países que acogen los migrantes no logran reconocer cuánto tienen en común con quienes deciden migrar porque son personas que están escapando de circunstancias económicas difíciles. (Davis, 2018).

Esto se produce a partir de que se considera a las y los migrantes como personas no merecedoras de los derechos que poseen los nacionales, esto desde luego, repercute en acrecentar las desigualdades, las cuales “pasan desde lo más básico de la subsistencia humana hasta los derechos que le son inherentes a toda persona.” (Gaborit, 2020, p. 4). Surgen entonces las desigualdades en el ámbito laboral, educativo, de salud, de vivienda, etc.

Al respecto, De Sousa (2020) plantea que “la pandemia solo agrava una situación de crisis a la que ha sido sometida la población mundial.” (p. 20), Por tanto, en este contexto de crisis que ya se encontraba en el marco del sistema capitalista neoliberal, la pandemia pone en evidencia la incapacidad del Estado Burgués para responder a las situaciones que afectan a la población. Por tanto, las mujeres y las niñas que históricamente se encuentran al margen de las políticas públicas corren mayores riesgos, así como también es un hecho conocido que las personas migrantes tienen menores posibilidades de acceder a servicios de salud, educación y bienestar que debe brindar el Estado.

La pandemia del COVID-19 que hasta el momento ha producido más de 8,3 millones de casos y más de 400 mil muertos, (Radiotelevisión española, 2020), ha generado el retorno de 56.276 mil venezolanas y venezolanos, por la frontera con Colombia y Brasil, según el Ministro venezolano Jorge Rodríguez (Prensa presidencial, 2020). Esto en parte se debe a las reducidas condiciones de salud que existen en otros países, que han colapsado producto de la pandemia y además porque los riesgos de contagio se incrementan por circunstancias como el hacinamiento, insalubridad y el desalojo de muchos migrantes venezolanos.

Las mujeres migrantes venezolanas en medio de la situación de pandemia del COVID-19 están expuestas con mayor riesgo a sufrir violencia, restricciones de acceso a la salud, xenofobia y discriminación. Aunque esta situación hace cada vez más evidente el incumplimiento de los Estados en garantizar el derecho internacional, también queda claro que “la brecha entre la economía de la salud y la salud pública no podría ser mayor.” (De Sousa, 2020, p. 68). Mientras menos medidas tomen los gobiernos para atender eficientemente la situación de pandemia más indefensa estará la población ante la ineficiencia del Estado neoliberal.

Las expresiones concretas de la crisis de gobernabilidad migratoria, de las tensiones entre los Estados y los factores de poder social asociados a esta crisis, y sus implicaciones diferenciadas sobre las mujeres en el marco de la pandemia, son el centro de atención de la línea de estudio que se pretende inaugurar con la presente reflexión.

BIBLIOGRAFÍA
ACNUR 1998 Las migraciones mixtas y su relación con los éxodos de refugiados, Incluyendo la repatriación de las personas que no requieren de Protección Internacional, así como la facilitación del retorno en su dimensión mundial (ACNUR). En .
ACNUR 2018 “Desplazamiento forzado alcanza el récord de 68,5 millones”, ACNUR 2018. 19 de junio. En .
OIM 2009 Migración irregular y flujos migratorios mixtos: enfoque de la OIM. En .
Chambers, I. 1995 Migración, cultura, identidad (Buenos Aires: Amorrurtu).
Ceciliano, Y. y Golash, T. (2020). Reflexiones sobre el apartheid global y la migración. Librería Latinoamericana y Caribeña De Ciencias Sociales. Conocimiento Abierto, Conocimiento Libre.
Vargas, C. (2018). La migración en Venezuela como dimensión de la crisis. Pensamiento Propio 47. Enero-Junio 2018, año 23. Publicación Trilingüe de Ciencias Sociales de América Latina y El Caribe Lastra y Coraza, 2020. Miradas a las migraciones, las fronteras y los exilios. (Eds.)


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